¿Qué entendemos por inclusión educativa?
3. Marco conceptual del modelo que se presenta en el curso
Duración: 4 minutos y 58 segundos
Sabemos que nuestro alumnado es diverso, es diverso en su forma de aprender y de expresar lo que sabe, en sus intereses, sus motivaciones, sus conocimientos previos o en su forma de relacionarse con los demás y también en cuanto a sus circunstancias escolares, personales, familiares, sociales, por citar algunas de las muchas dimensiones de la diversidad. Esta diversidad enriquece nuestras aulas, pero también constituye un reto permanente para el profesorado ya que requiere un ajuste continuo de las propuestas metodológicas y organizativas a lo largo del proceso educativo.
Si nuestra sociedad es cada vez más plural y compleja, nuestras aulas, que son un reflejo de ella, son cada vez más heterogéneas.
La normalidad no existe, la diversidad es lo normal. La educación equitativa y de calidad es la que ofrece la mejor respuesta educativa a la diversidad de su alumnado y esta respuesta no puede ser la misma para cada uno de ellos y ellas. ¿Eso quiere decir que hemos de diseñar propuestas diferentes e individualizadas para un gran número de nuestro alumnado? Tampoco, aunque sea lo que más hemos hecho hasta ahora. Cuando detectábamos una necesidad proponíamos una medida diferente e individualizada, con lo que esto supone de esfuerzo para el profesorado y de desconexión del alumnado que hace una cosa mientras que sus compañeros y compañeras hacen otras.
Las expectativas y necesidades de nuestro alumnado van cambiando al ritmo que lo hace la sociedad del conocimiento, mucho más compleja, especialmente a nivel cognitivo y emocional. Por ello, entre las habilidades necesarias para el aprendizaje en el siglo XXI los expertos destacan las “4C”: colaboración, comunicación, creatividad y pensamiento crítico.
¿Y si encontráramos una manera de enfocar el proceso de enseñanza y aprendizaje suficientemente flexible como para que se adecue a las necesidades de la mayoría de nuestro alumnado? Las investigaciones y estudios nos han dado muchas pistas para avanzar por este camino.
Estas ideas llegan por una parte de la arquitectura y el diseño universal que propone una serie de principios para conseguir entornos y objetos que pueden ser utilizados por cualquier persona, independientemente de sus condiciones, sin necesidad de ser adaptados posteriormente. Estos principios han promovido diversos modelos que los han incorporado a la práctica educativa, el más conocido es el diseño universal para el aprendizaje o DUA, pero también hay otros enfoques basados en esta idea de crear contextos de aprendizaje que den respuesta a la diversidad del alumnado ofreciendo una variedad de opciones para el aprendizaje y la evaluación. El diseño universal, en todas sus versiones, tiene como objetivo eliminar o disminuir al máximo las barreras que frenan la participación y el aprendizaje del alumnado creando contextos de aprendizaje accesibles. De forma que todos los estudiantes, sean cuales sean sus particularidades, puedan acceder en igualdad de oportunidades a un currículum común sin la necesidad de realizar adaptaciones individuales logrando de esta manera una educación más inclusiva.
Junto con las ideas de accesibilidad y de diseño universal nos encontramos con el potencial que ofrecen las tecnologías de la información y la comunicación. En el diseño de actividades, como vehículo de aprendizaje, como facilitadora de acceso a múltiples contenidos o como herramienta de apoyo, las tecnologías son un recurso ineludible en cualquier aula de nuestros días. Sin embargo, se trata de un elemento generalmente complejo en su uso que requiere una evaluación cuidadosa para que no se convierta en una barrera, que a nuestro alumnado le encante las redes sociales no quiere decir que no vaya a tener alguna dificultad utilizando las tecnologías para aprender.
Las teorías que abordan las dificultades de aprendizaje desde una perspectiva proactiva, frente a las que lo hacen partiendo del fracaso escolar del alumnado, apuntan a que la manera que se ha mostrado más eficaz es la que promueve un contexto donde los estudiantes pueden recibir diferentes opciones para el aprendizaje, incluyendo opciones variadas en el acceso, en el procesamiento y que, además, utiliza distintos agrupamientos junto con trabajo individual así como diferentes niveles de dificultad o diversas maneras para que los estudiantes demuestren tanto lo que saben como lo que pueden hacer, de forma que maximicen sus oportunidades de éxito, cuando aprenden en la escuela.
Desde la neurociencia, la psicología y la pedagogía se han recogido evidencias que nos muestran cómo aprendemos mejor. Desde la psicología cognitiva tomamos como referencia el procesamiento de la información, junto con las teorías humanistas relacionadas con la motivación y la personalidad. La revisión de estas aproximaciones teóricas nos ha servido de base para el diseño de una herramienta eminentemente práctica que pretende guiar en el diseño de tareas o actividades que cumplan con los principios del diseño universal, es decir, garantizar la accesibilidad a los aprendizajes.