LOS ANTECEDENTES LEJANOS DE LA INTEGRACIÓN EUROPEA

4. La creación de la Unión Europea

4.5. El Tratado de Niza y el fracaso de la Constitución europea

Ya con el nuevo siglo se firmó un nuevo Tratado, el de Niza el día 26 de febrero de 2001, que reformaba la estructura institucional de la Unión Europea. Fue elaborado por el Consejo Europeo entre los días 7 y 9 de diciembre de 2000, y entró en vigor el 1 de febrero de 2003.

La idea primera era aprobar un Tratado de reforma institucional para poder articular y afrontar la ampliación de la Unión Europea, porque eso afectaba al tamaño de la Comisión Europea (CE), la cuestión de la ponderación de los votos en el Consejo, así como el de la mayoría cualificada.

Alemania quería tener más peso en las cuestiones del voto dado su peso demográfico, pero Francia se negó, abogando por el mantenimiento de la tradicional paridad entre ambos países, que, como es sabido, habían sido hasta entonces el eje fundamental. Otra propuesta defendía el concepto de la “doble mayoría” de Estados miembros y población para reemplazar el principio de la mayoría cualificada, pero Francia también se negó. Por fin, había un tercer problema, derivado de la situación de Austria en relación a la participación de la extrema derecha de Haider en el Gobierno, lo que hizo reflexionar sobre la cuestión de que había que evitar que nuevos miembros pudieran desestabilizar la Unión, planteando la necesidad de aprobar normas para la aplicación de sanciones.

Otro asunto tuvo que ver con la necesidad de incluir en el Tratado la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, pero el Reino Unido se negó, quedando pendiente para la Conferencia intergubernamental de 2004.

Tanto la Comisión como el Parlamento manifestaron su decepción porque el Tratado de Niza no había abordado reformas institucionales planteadas por ambas instituciones, ni porque no se había nombrado un fiscal europeo. El Parlamento llegó a amenazar con no aprobar el Tratado de Niza, aunque no existe la posibilidad del veto. Al final, el Parlamento aprobó el Tratado.

Al final, Alemania consiguió parte de lo que deseaba. Es verdad que tanto Francia como Alemania seguirían manteniendo el mismo número de votos, es decir, 29, en las votaciones del Consejo de Ministros de la Unión Europea, pero solamente Alemania podría bloquear una decisión con el apoyo de otros dos países. Por su parte, España tendría 27 votos, es decir, dos menos que Alemania, Francia, Italia y Reino Unido.

En relación con el Parlamento, se aumentó a 732 el número máximo de diputados, es decir, se superó lo aprobado en Ámsterdam. Se aprobó la reducción de la Comisión para cuando la Unión Europea tuviera 27 miembros, pero no se especificó como llevarla a cabo.

La Convención sobre el futuro de Europa, establecida en 2002, terminó sus trabajos el 18 de julio de 2003, siendo presidida por Giscard d’Estaing, y formada por parlamentarios europeos y nacionales.

El Consejo Europeo, que se celebró en Laeken en diciembre de 2001 definió el contenido del debate sobre el futuro de Europa. Se aprobaron cuatro grandes temas: un mejor reparto y definición de las competencias, la simplificación de los instrumentos, más democracia, transparencia y eficiencia en la Unión junto con un aumento de la legitimidad democrática y de la transparencia de las instituciones en sí, el papel de los parlamentos nacionales junto con el proceso de decisión y funcionamiento de las instituciones de una Europa ampliada, y, por fin, el tema relativo sobre una Constitución para los ciudadanos con una simplificación y reorganización de los Tratados, inclusión de una Carta de los Derechos Fundamentales y una posible adopción de un texto constitucional.

La Convención tendría como misión presentar propuestas para la reforma institucional, pero fue más allá al presentar un proyecto de Constitución, equivalente a una versión simplificada de los Tratados.

Pues bien, el proyecto se presentó, y en Salónica, en junio de 2003 se aprobó que debía ser firmado en breve plazo antes de la adhesión de los nuevos diez miembros, que debía tener lugar el primero de mayo de 2004. Pero la Cumbre de Bruselas de diciembre constató el fracaso de las negociaciones sobre la Constitución Europea por la cuestión del sistema de votación, pero, en realidad, el problema tenía que ver con un asunto de mayor calado internacional, ya que Polonia y España, gobernada por Aznar, estaban apoyando la invasión de Irak frente al criterio europeo mayoritario contrario. La victoria de Rodríguez Zapatero pareció allanar el camino, por lo que en junio de 2004 se llegó a un acuerdo. El 29 de octubre los jefes de Estado y Gobierno firmaron el Tratado de Roma. Pero, en realidad, nuca fue ratificado porque lo rechazaron los votantes franceses en referéndum. También fue negativa la consulta en los Países Bajos. En consecuencia, Alemania propuso la celebración de una Conferencia intergubernamental para junio del año 2007 con el fin de elaborar un nuevo Tratado que reformara la Unión Europea. Antes, el 25 de marzo de ese año de 2007 en la conmemoración del 5 aniversario de los Tratados de Roma se firmó la “Declaración de Berlín”. La misma pretendía remarcar la importancia de dichos Tratados.


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