LIBRO 1:LA IDENTIDAD Y LA UNIDAD EUROPEA A LO LARGO DE LA HISTORIA
3. Capítulo II. Construcción de la identidad y de la idea de unidad europeas durante la Edad Media
3.1. Construcción de la identidad europea durante la Alta Edad Media
Durante la Alta Edad Media (siglos V a X d.C.), la idea de una Europa unida se vinculaba directamente con el concepto de “cristiandad”. Así, la identidad europea se fundaba en la fe cristiana que con su carácter trasnacional superaba las diferentes fronteras y lenguas. La cristiandad con su vínculo espiritual, actuaba, además, como una red social e ideológica que unía a los reinos europeos en una estructura de valores y objetivos compartidos que trascendía la fragmentación política.
Gregorio el Grande (540-604 d.C.), un benedictino elegido Papa en el año 590 d.C. afirma, durante su papado, la primacía romana, reorganiza la disciplina y la liturgia de la iglesia y fomenta la evangelización, enriqueciendo la figura del papado en el imaginario colectivo como la principal potencia de Occidente.
La Alta Edad Media se inicia con la desaparición del Imperio Romano de Occidente, conquistado por diferentes tribus germánicas. Esta disolución reorganiza el mapa político y territorial de Europa y trae runa fragmentación que pone en riesgo el mundo hasta entonces conocido.
Sin embargo, la colaboración del ámbito político y el religioso iniciada en el Imperio Romano, va a mantenerse en los Reinos Germánicos. Los reyes germánicos van a convertirse al cristianismo no sólo por cuestiones religiosas sino, sobre todo, para poder utilizar éste como una herramienta de cohesión de sus súbditos y de integración de su reino en una red más amplia de relaciones diplomáticas y culturales.
Los pueblos germánicos invasores, por otro lado, presentaban ya un cierto grado de romanización tras décadas de contacto con los romanos. Por esta razón, tras la conquista de sus territorios desarrollaron sus propias estructuras políticas, pero mantuvieron la iglesia como elemento unificador.
Monarcas germanos como Clodoveo, rey de los francos o Recaredo, rey de los visigodos, adoptaron el Cristianismo como fe propia, utilizando éste para promover la unidad de sus súbditos pero también para facilitar su propia integración en una red de relaciones diplomáticas, económicas y culturales que unían a los pueblos de la antigua Roma.
La alianza entre el papado y la política se hizo especialmente visible con la coronación de Carlomagno, rey de los francos, como emperador del nuevo Sacro Imperio Romano-Germánico. El Papa León III, corona a Carlomagno en el año 800, otorgando a este rey no sólo la condición de emperador, sino, sobre todo, reviviendo en el imaginario colectivo la idea de un “nuevo imperio romano” cristiano con Carlomagno como defensor de la Iglesia y de la unidad espiritual. De este modo, los cristianos europeos interiorizaban la idea de que la Cristiandad no sólo era un ideal espiritual sino también una fuerza política que unificaba a los pueblos de Europa bajo la autoridad moral del papa y el liderazgo de un emperador cristiano.
Ilustración 10. El emperador Carlomagno. Alberto Durero. Museo Nacional de Alemania
Se iniciaba, así, el concepto de “Respublica Christiana” o comunidad cristiana universal, en la que los cristianos europeos, independientemente de sus orígenes étnicos o políticos, se consideraban parte de un cuerpo espiritual común.
El historiador Jacques Le Goff describe el imperio de Carlomagno como “el primer intento en la historia medieval de imponer una cohesión política a una Europa cristiana dividida”.
Carlomagno impulsó reformas administrativas, culturales y religiosas, entre ellas la revitalización del estudio y el uso del latín, que no solo trataban de revivir el concepto de herencia del imperio romano, sino, sobre todo, de forjar una identidad común. Aunque el Imperio de Carlomagno no abarcaba todos los antiguos territorios romanos, se extendía por gran parte de Europa Occidental, incluyendo los actuales territorios de Francia, Alemania, Países Bajos e Italia, por lo que su impronta permanecería en el tiempo.
Dentro de estas reformas destacaría el renacimiento cultural conocido como “Renovatio Imperii Romanorum” (renovación del Imperio Romano) en el que se impulsó la alfabetización y la estandarización de la escritura carolina y se fomentaron las escuelas monacales y palatinas para preservar y promover el intercambio de ideas mientras se consolidaba una identidad común basada en el legado clásico.
Ilustración 11. El imperio de Carlomagno. María Jesús Campos y Marina Iborra
Aunque, a su muerte en el 814 d.C, el imperio se dividió tras el Tratado de Verdún (843 d.C.) entre sus hijos, su legado perduró. Reyes y emperadores posteriores como Oton I, en el siglo X, intentaron revivir ese ideal del imperio cristiano y aunque los enfrentamientos políticos y los conflictos de poder fragmentaron una y otra vez los intentos de unificación, el concepto de una Europa cristiana unida bajo el mando de un poder sagrado, permaneció en la mentalidad medieval.
Las aspiraciones de Carlomagno de establecer una Europa unida que abarcara gran parte del territorio europeo van a perdurar en el tiempo, sirviendo esta idea de ejemplo para el proceso de integración europea del siglo XX. Esta unión territorial pretendía ser también una unión política como un modo de superar las divisiones nacionales. La renovación cultural propuesta por Carlomagno sirvió también de ejemplo para la construcción de la Unión Europea, en la que las políticas culturales y educativas como el programa Erasmus persigue replicar ese tipo de unidad cultural. La unificación del sistema legal y administrativo será también un ejemplo para la integración europea reciente que promueve la armonización de las leyes entre los estados miembros y la estandarización de normas y principios legales para asegurar la igualdad y la protección de los ciudadanos. Del mismo modo, la unificación de pesos, medidas y monedas impuesta por Carlomagno en sus territorios es también un referente para la creación de la Unión Económica y Monetaria en la Unión Europea.
Carlomagno es, de hecho, considerado un referente y precursor de la Unión Europea como demuestra el Premio Carlomagno que se otorga anualmente desde 1950 para reconocer contribuciones destacadas a la unidad europea.
Aunque el imperio de Carlomagno fue efímero, su visión de una Europa unida bajo principios comunes influyó indirectamente en el proceso de integración europeo del siglo XX. Los líderes de la Unión Europea, especialmente, los padres fundadores usaron su legado como inspiración para superar las divisiones nacionales y construir una Europa basada en la cooperación, la cultura compartida y la paz.