2.C. Lectura en pantalla con los más pequeños

2. ¿Por dónde empezamos?

2.2. Para seguir pensando…

Los medios digitales están cada vez más presentes en nuestro entorno, se han incorporado con total naturalidad a nuestro día a día (y en el de los niños y jóvenes) y llegamos a sentirlos como herramientas indispensables para desenvolvernos con soltura en esta sociedad híbrida en transformación.

Y así, con el desarrollo y expansión de los dispositivos móviles, los smartphones y las tablets han ganado proximidad y se han convertido en nuestros más cercanos cómplices y aliados. De forma vertiginosa y casi sin darnos cuenta se nos han metido en el bolsillo.

Al igual que la Internet de las cosas va ganando fuerza y transformando nuestras vidas, también cambian las percepciones y las prácticas relacionadas con la lectura y la escritura. Hoy ya no cabe plantear la lectura digital en confrontación con la lectura en papel -aunque algunos sectores aún se empeñen en ello- sino desde la clave de la complementariedad y la fusión.

La solución no está en destacar de forma reiterada los conflictos, sino que pasa por mostrar un mayor interés por conocer los cambios, por establecer relaciones entre el presente y el pasado de cara a entender y estar mejor preparados para afrontar los nuevos caminos abiertos [1].

Somos lectores de transición

Hablar de lectura y escritura hoy es referirse a una multiplicidad de situaciones, de intenciones, de materiales, canales y formatos. Las transformaciones que experimenta la lectura afectan tanto al entorno impreso como al digital, inciden en ellas factores ligados a los lectores y al contexto general en el que viven [2].

El lector de hoy es un lector de transición que se mueve entre el papel y la pantalla, es protagonista de múltiples situaciones de lectura y navega entre una amplia diversidad de contenidos, formatos y canales. Hay lugar para todo. Cada lector elige [3].

¿Pero leemos en digital?

El desarrollo de la tecnología móvil unido al continuo aumento de opciones de lectura y escritura que ofrece Internet hace que haya cada vez más personas buscando información y otro tipo de lecturas en la Red.

Los diferentes datos que ofrecen las encuestas, informes y estudios respecto a la lectura digital en España dejan patente un notable crecimiento de los dispositivos digitales en nuestro país, ya sean smartphones, tablets o eReaders. Paralelamente, los informes de hábitos de uso y consumo muestran cómo un número creciente de personas utiliza estos dispositivos de manera progresiva para distintos usos que implican, de una manera u otra, la lectura y la escritura.

Si bien, las cifras que arrojan los diferentes estudios e informes que se publican en todo el mundo representan igualmente un elevado grado de inconcreción, por lo que es difícil saber cuánto se lee y, sobre todo, cómo se lee [4].

Complementariedad desde la diferencia

Aunque, si bien es cierto que el patrón de lectura cambia de lo impreso a lo digital, en el sobrevolar de trastos de uno hacia el otro lado, en el cruce de puntos fuertes y débiles entre el papel y la pantalla se puede apreciar cómo en muchos casos la lectura impresa y la digital muestran un similar comportamiento en algunos aspectos y, a la postre, comparten una misma finalidad.

El lector, en uno y otro caso, busca disfrutar de una historia, deleitarse con las palabras y las imágenes; persigue cierta información que necesita para elaborar un informe académico, profesional, resolver un problema práctico, conocer, comprender, entender algo o entenderse a sí mismo.

Según cada propósito acudimos a un tipo de obra, que requiere desplegar una particular estrategia de lectura: una búsqueda puntual, una lectura lineal, un repaso en diagonal o una lectura profunda. También la elección del medio es relevante en algunos casos. Conviene despegarse de máximas que aseguran que bien la obra en papel o la obra digital son siempre lo mejor para todo y para todos. Sea en papel o en pantalla, la lectura nos ayuda a conocer el mundo, a conocernos y a conocer al otro.

Una polémica abierta: ¿se comprende más o menos?

El aprendizaje formal de la lectura, hoy por hoy, en general (con contadas excepciones) solo contempla la lectura en papel, por lo que la mayoría de los estudios muestran mejores resultados en compresión de contenidos en papel. En términos generales, la lectura en papel plantea al lector una secuencia de lectura y le proporciona una perspectiva general (abstracción) de un tema, al tiempo que le permite fijarse en detalles puntuales (concreción). En las primeras edades, según algunos estudios, la lectura en papel favorece la comprensión. Los niños recuerdan más detalles de las historias que leen en papel. Otras investigaciones, en cambio (tal y como se apunta en relación con la lectura digital), muestran que el formato no afecta a la comprensión lectora en la etapa preescolar.

Hoy por hoy son excepcionales las metodologías de aprendizaje formal de la lectura que contemplan la lectura digital, por lo que la mayoría de estudios muestran peores resultados en comprensión de contenidos digitales. En términos generales, la lectura digital no plantea al lector una secuencia de lectura y le lleva trazar su propio itinerario y a fijarse en detalles puntuales (concreción), en vez de proporcionarle una perspectiva general (abstracción) de un tema. En las primeras edades, según algunos estudios, la lectura digital dificulta la comprensión. Las animaciones interactivas, los juegos… desvían la atención de los niños lejos de la narrativa. Otras investigaciones, en cambio (tal y como se apunta en relación con la lectura en papel), muestran que el formato no afecta a la comprensión lectora en la etapa preescolar.

La lectura digital en las primeras edades

Son muchos los estudios que reflejan cómo los prelectores utilizan dispositivos digitales desde las primeras edades. Y, más allá de estos estudios, no tenemos más que mirar a nuestro alrededor y ver cómo muchos padres permiten a sus hijos jugar con los dispositivos móviles (a menudo o a veces) mientras hacen alguna tarea o recado, para mantenerlos en calma en lugares públicos e, incluso, para dormirlos, a pesar de los inconvenientes asociados a estas prácticas, en general, y a esta última en concreto.

Utilizar los dispositivos digitales para calmar o distraer a los niños o como medio para manejar su comportamiento puede resultar útil en un momento determinado (un viaje en avión, un procedimiento médico), pero usarlos de forma continuada puede interferir en su habilidad de sortear distintas situaciones y aprender la importante tarea de controlar sus emociones [5]. Y en el caso de uso nocturno puede ocasionar, además, problemas de sueño.

En contraposición, los dispositivos digitales proporcionan a los niños contacto con nuevas formas de descubrir, experimentar y crear contenidos, no limitadas a su espacio físico, propuestas que resultan estimulantes, motivadoras y significativas. Se convierten así en firmes aliadas de un aprendizaje de calidad necesario en el momento actual.

Por ello, es clave educar en el uso de los dispositivos digitales desde las primeras edades, fomentar la creación de hábitos saludables en relación con este uso y sacar el mejor partido a las diferentes potencialidades de este soporte para contribuir a la formación de lectores del siglo XXI [6].

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[1] Cencerrado Malmierca, L. M.; Yuste, E. "El dilema de la P de Papel y de Pantalla". Elisa Yuste. Consultoría en Cultura y Lectura
Disponible en www.elisayuste.com/el-dilema-de-la-p-de-papel-y-de-pantalla

[2] Martín, P. Roger Chartier: “Históricamente no ha habido una revolución en la lectura semejante a la digital”. La Tercera
Disponible en www.latercera.com/noticia/roger-chartier-historicamente-no-ha-habido-una-revolucion-en-la-lectura-semejante-a-la-digital

[3] Capoblanco, F. Julio Alonso Arévalo: “La mayoría somos lectores de transición entre el papel y lo digital". Polvo
Disponible en www.polvo.com.ar/2017/10/alonso-arevalo

[4] Cordón García, J. A. (2017). "La lectura en el entorno digital: nuevas materialidades y prácticas discursivas". Revista Chilena de Literatura, 0 (94). 
Recuperado de: www.revistaliteratura.uchile.cl/index.php/RCL/article/view/44968/47050

[5] Martínez, C. (2017). "Bebés, niños pequeños y dispositivos digitales". En Bebés lectores. ¿Cómo leen los que aún no leen? Cerlalc. 
Disponible en: erlalc.org/wp-content/uploads/2017/12/Publicaciones_Cerlalc_OPI_Dosier_Bebes_lectores_151217.pdf

[6] Martínez, C. (2017). Op. cit.