5. Manos a la obra: estableciendo el entorno

El trabajo colaborativo en el aula requiere de la implicación activa y equitativa de todas las partes, lo que conlleva aunar esfuerzos e inteligencias para lograr, por un lado, la consecución de los objetivos previstos, y por otro, enfocar el aprendizaje como un proceso de carácter social, en interacción e intercambio entre los distintos elementos que participan (aprender con otros y de otros, en palabras de Vigotsky).

En este proceso, el docente desempeña el papel de coordinador y facilitador. En su misión, figuran:

  • Acordar con los alumnos qué se va a hacer, cuáles son los objetivos que se persiguen y los plazos que se manejan.
  • Establecer el entorno de trabajo, proveer los recursos físicos y digitales necesarios.
  • Colaborar en la organización de los equipos y orientar a los alumnos en el reparto de roles dentro de cada uno de ellos. 
  • Fomentar el espíritu de colaboración, vigilar el cumplimiento de pautas y normas de comportamiento integradoras, proactivas, así como supervisar la implicación y el compromiso individual y colectivo.
  • Guiar en la toma de decisiones, favorecer la búsqueda de distintas soluciones a los problemas.
  • Arbitrar cuando se producen conflictos, promover el diálogo y el acuerdo, la negociación.
  • Evaluar el proceso, antes, durante y después, así como adoptar medidas para mejorarlo, sobre la marcha o en el futuro.

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