2. El contexto

En una sociedad de base tecnológica como la nuestra, en la que el activo principal es el conocimiento, no es suficiente un aprendizaje memorístico centrado en los contenidos.

Las metodologías afirmativas, utilizadas tradicionalmente, sólo nos permiten alcanzar aprendizajes de este tipo, situados en niveles taxonómicos mínimos, como Conocer, Comprender y Aplicar.

Se hace necesario un aprendizaje significativo y profundo, centrado en el desarrollo de competencias, que ayude al estudiante a desarrollar destrezas y habilidades, a mejorar sus particulares capacidades y a crecer como persona.

La actividad cognitiva del estudiante debe tender a operaciones complejas y relevantes como Analizar, Evaluar y Crear (siguiendo la Taxonomía de Bloom). Este tipo de procesos requieren ofrecer al estudiante experiencias de aprendizaje enriquecidas, activas, reales y complejas.

El desarrollo de competencias demanda, por lo tanto, un cambio metodológico que redirija el foco del aprendizaje hacia el estudiante, comprendiéndolo como sujeto activo y responsable.

Metodologías con base en modelos activos de aprendizaje centrados en el estudiante, en la cooperación y en la construcción personal de significados. El aprendizaje basado proyectos (ABP), el aprendizaje por descubrimiento, las Tareas Integradas… son algunas propuestas en esta línea. 

La LOMCE también subraya propuestas metodológicas de este tipo: