P.A. Caminos de lectura y reto final

Sitio: Aula Virtual de Formación en línea (ISMIE)
Curso: Leer antes de leer
Libro: P.A. Caminos de lectura y reto final
Imprimido por: Invitado
Día: viernes, 26 de abril de 2024, 22:39

1. El inicio del fin

Al comienzo de este este curso y citando a James Heckman (premio Nobel de Economía del 2000), Yolanda Reyes nos advertía de que:

«la inversión en primera infancia significa ahorros futuros»

Abordar sólidamente y con sentido la educación de esos primeros años de vida constituye un fuerte desafío para este milenio, en el que han de estar implicados conjuntamente poderes públicos, profesionales diversos, iniciativas de la sociedad civil y familias.

¿Qué podemos hacer desde la escuela, el hogar, la biblioteca, la librería, la asociación de padres y madres, los proyectos vecinales y comunitarios?

A lo largo de estas semanas hemos introducido algunos temas que pueden ayudar a repensar formas posibles de intervenir. Habéis podido encontrar reflexiones, pautas, propuestas prácticas que, desde unos u otros lugares, podríamos poner en funcionamiento.

Como síntesis, hemos pedido a nuestras especialistas un consejo, un camino de lectura posible. Disponemos de cinco consejos que representan cinco visiones complementarias para acompañarnos en este trayecto retador y fascinante de la lectura en la primera infancia.

2. Yolanda Reyes: dar de leer

3. Eva Martínez: los rituales

4. Beatriz Sanjuán: leer como un bebé

A veces uno se da cuenta de lo más importante justo al final. Muchas veces. Casi siempre.

Mientras grababa los materiales para este curso, percibí claramente otra diferencia fundamental entre la perspectiva de un bebé y la mía, la adulta que estaba grabando: inserté un fragmento con la entrada de un cochecito en el local donde íbamos a reunirnos. Pero no puse las imágenes del coche, sino que paseé la cámara acostada en su interior, intentando capturar la mirada del pequeño, incluso lo que podía escuchar.

¿Os dais cuenta de la diferencia? No se parece mucho a la calle que está viendo su padre mientras tararea sin darse cuenta. Sus miradas no van en la misma dirección.

Este detalle puede parecer insignificante a la mayoría de los adultos. Por eso precisamente no entienden. Se pierden o infravaloran gran parte de la información que sus bebés quieren compartir. Cosas como la importancia de la luna, protagonista absoluta de su horizonte; la emoción de los aviones que atraviesan el cielo saludando y dibujando estelas; los sonidos inarticulados que todo lo envuelven; la aventura de los brazos que te permiten mirar en vertical…

La lista es interminable. En esta píldora final solo vamos a asomarnos a ella. Vamos a realizar un pequeño juego.

  1. TOMA UN LIBRO CUALQUIERA DE TU CASA. ¡Uno cualquiera! Si lees la información posterior, no funciona.
  2. TÍRALO AL SUELO. ¿Qué se estropea? El bebé no puede pensar en eso. Tira cualquier cosa que pongas en sus manos.
  3. SUJÉTALO POR UNA SOLA PÁGINA. ¿Qué se rasgaría? Eso es un aliciente para el bebé: un nuevo sonido. Haz la prueba rasgando lentamente un papel que no tenga ninguna importancia para ti. Repite la operación de rasgado varias veces, con papeles distintos.
  4. AHORA MÉTELO EN TU BOCA. Me apuesto algo a que no te atreves. El papel se deshace, está sucio, la tinta es tóxica, sabe mal… Razones absurdas e inimaginables para el bebé.
  5. ÁBRELO Y SOSTENLO EN VILO SOBRE TU CABEZA, CON LOS BRAZOS ESTIRADOS. ¿Desearías haber agarrado uno más pequeño? ¿Te cansas? ¿Y si se te cae en la cara?
  6. ABRÁZALO Y RUEDA SOBRE ÉL. A estas alturas has dejado de seguir mis instrucciones. Esta píldora es lo más estúpido que has visto en tu vida. Eres adulto y quieres volver a comportarte como tal.

Pero si fueses un bebé continuarías sin descanso “leyendo” así. Lo repetirías con toda concentración y sacarías conclusiones de todo lo que pasase. Entenderías a la perfección quién te da un libro como si fuese un chupete, un sonajero o una pelota: para que te calles.

Te lo meterías en la boca, pero se deshace y eso no es agradable, especialmente para quien te lo ha dado. Mejor el chupete.

Lo agitas, pero sólo suena cuando se rompe y eso no agrada a quien te lo ha dado. Mejor el sonajero.

Lo lanzas, pero no regresa y la gente se cansa de volverlo a poner en tus manos. Mejor la pelota.

También entenderías a la perfección si alguien lo abriese y se quedase a tu lado cantando y contando. Si cada vez que lo abriese, la voz permaneciera cantando y contando. Si pudieses recuperar esa voz cada vez que lo abrieses.

Mejor, el libro.

5. Ellen Duthie: tu próxima visita a la librería o la biblioteca

En tus próximas visitas a librerías o bibliotecas, prueba a elegir algún libro con potencial para compartir reflexión y diálogo.

Hay una tendencia, cuando se piensa en libros buenos para hablar o buenos para pensar, en hacer categorizaciones temáticas (libros sobre el miedo, libros sobre ecología, libros sobre amistad, libros sobre celos).

Y, aunque algunos libros que entrarían en estas categorías temáticas en efecto son propicios para la reflexión y el diálogo, esta tendencia deja fuera a muchos otros libros que son mucho más que un vehículo para tratar un tema o que dan para hablar y pensar sobre muchos temas distintos.

Viene bien siempre tener en cuenta que cualquier libro con una buena historia y unos personajes bien construidos puede dar mucho que hablar y pensar. Pero aunque cualquier buen libro que se comparta puede dar lugar a un diálogo rico y a unas reflexiones interesantes, hay ciertas claves que pueden ayudar a seleccionar aquellos que son especialmente propicios.


6. Elisa Yuste: ¿pugna de soportes?

A menudo el dilema entre la P de papel y la P de pantalla desata una vehemente batalla entre lo impreso y lo digital, en la que los partidarios de una y otra alternativa enarbolan las ventajas de la opción preferida y proclaman a los cuatro vientos las debilidades de la denostada.

En este sobrevolar de trastos de uno a otro lado, en este cruce de puntos fuertes y débiles, en este dilema, se puede ver cómo en muchos casos la lectura en papel y la lectura en pantalla muestran un similar comportamiento en algunos aspectos y, a la postre, comparten una misma finalidad, tal y como hemos comentado al comienzo de este curso.

El lector, en uno y otro caso, busca disfrutar de una historia, deleitarse con las palabras y las imágenes; persigue cierta información que necesita para elaborar un informe académico, profesional, resolver un problema práctico, conocer, comprender, entender algo o entenderse a sí mismo.

¿Tiene sentido seguir planteando el futuro de la lectura
desde una pugna continua de soportes?

¿No es hora de mirar más allá y de analizar en mayor profundidad
los cambios que se están produciendo en los modos y maneras de leer?

La solución no está en destacar de forma reiterada los conflictos, sino que pasa por mostrar un mayor interés por conocer los cambios, por establecer relaciones entre el presente y el pasado de cara a entender y estar mejor preparados para afrontar los nuevos caminos abiertos, tal y como ya hemos comentado.

Pongamos, pues, el foco en los cambios que experimenta la lectura y los lectores, en la calidad y el valor de lo que leemos, en cómo buscar y escoger de forma eficaz, sensata y crítica en el conjunto de la oferta, impresa y digital.

El mayor dilema, más bien reto, insisto, no es otro que formar lectores competentes, que conocen y se mueven entre todo tipo de textos, acostumbrados a leer en distintos formatos, avezados en surcar diferentes vías y canales, preparados para saltar de uno a otro cuando la lectura lo precise. Lectores capaces de descifrar todo tipo de códigos, de comprender los mensajes que nos transmiten, de enjuiciarlos y ser críticos con ellos.

Deseo que este curso haya contribuido a aclarar el estéril enfrentamiento entre lo impreso y lo digital para centrar la atención sobre la lectura en todas sus manifestaciones, atendiendo a todas sus funcionalidades y contemplando todas sus formas. El propósito: conseguir vuestra complicidad y enfatizar los elementos comunes entre la lectura en papel y la lectura en pantalla, apostar por la plena complementariedad entre ambas y destacar, en uno y otro caso, la figura del lector.

7. Bitipo

El bitipo de Javier Zabala está basado en la técnica del monotipo, creado con una única mancha. Javier practica esta técnica mientras viaja, pintando en sus cuadernos de viaje.

El bitipo consiste en pintar una mancha en una de las páginas del cuaderno (en este caso Javier utiliza acrílico, pero se pueden usar otros materiales), y al cerrarlo y presionar con las manos, uno crea una mancha sobre la otra página.

De este modo, obtiene dos obras, una en cada página, sobre las que puede seguir interviniendo.

Aprende cómo se hace. Es muy fácil.