La historia y cultura europeas
Sitio: | Aula Virtual de Formación en línea (ISMIE) |
Curso: | LA ASIGNATURA "UNIÓN EUROPEA". ESTRATEGIAS, HERRAMIENTAS Y RECURSOS |
Libro: | La historia y cultura europeas |
Imprimido por: | Invitado |
Día: | martes, 3 de diciembre de 2024, 20:03 |
1. La historia y cultura europeas
Contextualización Docente
El Módulo 2: La historia y cultura europeas, constituye el segundo bloque de la asignatura Unión Europea en 3º ESO, según la Orden 1736/2023 de la Vicepresidencia, Consejería de Educación y Universidades, por la que se establecen los catálogos de materias optativas que los centros podrán incorporar a su oferta educativa en la Educación Secundaria Obligatoria y en el Bachillerato en la Comunidad de Madrid, los contenidos de este bloque están orientados a la adquisición de la Competencia específica 1. Conocer las bases geográficas, históricas y culturales que han configurado el territorio de la Unión Europea, analizando fuentes documentales en distintos formatos, para entender, asumir y promover posturas en consonancia con los valores que caracterizan el europeísmo.
Esta competencia se conecta con los siguientes descriptores recogidos en el anexo I del Real Decreto 217/2022, de 29 de marzo: CCL2, CCL4, STEM2, CC1, CC2, CC4, CCEC1, CCEC2.
Esta Orden, recoge asimismo, los siguientes criterios de evaluación que determinan los conocimientos, capacidades y destrezas que el alumno/a debe lograr para considerar que ha adquirido la Competencia específica 1. Estos criterios de evaluación son:
1.2 Explicar la evolución de la concepción de la idea de Europa desde la Grecia Antigua hasta la Segunda Guerra Mundial, comparándola con los valores que conforman el espíritu de la actual Unión Europea.
1.3 Leer fragmentos de obras literarias que han contribuido de forma decisiva a fortalecer la idea de Europa, contextualizando el momento cultural en el que se originaron.
1.4 Identificar las contribuciones culturales y artísticas más importantes de cada Estado miembro, valorando la riqueza de la diversidad aportada y adoptando actitudes que fomenten la conservación y la protección del patrimonio común.
1.5 Reconocer la diversidad cultural y étnica de la Unión Europea, argumentando a favor de la integración y rechazando actitudes que muestren cualquier comportamiento discriminatorio o basado en estereotipos.
Estos criterios de evaluación serán a su vez concretados en los indicadores de logro específicos de esta Unidad Didáctica, para cada uno de los cuales se ha desarrollado una actividad.
El Módulo 2 desarrollará los siguientes contenidos, recogidos en la Orden 1736/2023, que constituyen los saberes básicos que los alumnos/as deben conocer y que están asociados a la Competencia específica 1. Estos son:
B. Panorama general de la historia y la cultura europeas.
- La idea de la unidad europea a lo largo de la historia:
∙ El mundo clásico.
∙ El Medievo.
∙ Humanismo y Renacimiento. La conciencia europea en la Edad Moderna.
∙ La Ilustración.
∙ La Europa de los Estados-nación.
- Principales referentes artísticos, históricos y culturales de cada Estado miembro.
- La diversidad cultural y étnica en la Unión Europea. La convivencia.
2. La idea de la unidad europea a lo largo de la historia
I. Orígenes de la identidad europea: el término “Europa”
El término Europa engloba siglos de transformaciones culturales, demográficas, sociales y políticas que trascienden la mera entidad geográfica de un continente. Europa es un concepto de identidad colectiva que ha estado y sigue estando en constante redefinición.
1. El origen del término Europa. Las primeras apariciones del término en las fuentes históricas.
Definir el término “Europa” es una tarea ardua pues uno tendería a pensar que, desde su creación, este término gozaba de un concepto propio e identitario vinculado a un espacio geográfico y a las gentes y culturas que lo habitaban.
Sin embargo, el término “Europa” surge por oposición. Oposición a Oriente, oposición a Asia. Así, la referencia más antigua conocida de este término la encontramos en Homero. Homero fue un poeta de la Antigua Grecia que vivió alrededor del siglo VIII a.C. Aunque existen dudas sobre si fue una persona real o si sus obras son un compendio de historias orales anotadas por escrito. Sus obras más emblemáticas son La Iliada, que narra el conflicto entre el héroe Aquiles y el rey Agamenon dentro de un episodio de la guerra de Troya, y la Odisea que relata las aventuras y desventuras de Odiseo en su regreso a Ítaca tras dicha guerra.
La referencia más antigua al término Europa aparece en la obra La Iliada, del siglo VIII a.C. en el Canto XIV. Homero utiliza este término no para referirse a un continente sino para hacer referencia a una región geográfica poco definida situada en las tierras situadas al norte de Grecia y Asia Menor. El término aparece así para definir un espacio determinado y poco conocido en oposición a lo territorios de Asia, mucho más conocidos y con una identidad cultural clara para los griegos del siglo VIII a.C.
La siguiente referencia al término la encontramos en Hesíodo, poeta griego que vivió aproximadamente entre los siglos VIII y VII a.C. Hesíodo utiliza el término “Europa” en su obra Teogonía. Esta obra que narra la genealogía de los dioses y héroes griegos incluye la historia de Europa, una princesa fenicia de gran belleza, hija de Agenor, rey de Tiro. La belleza de esta princesa llamó la atención de Zeus, el dios griego, que transformado en un toro se acercó a ella. Europa fascinada por la belleza del toro y su mansedumbre se acercó a él y se subió a su lomo, momento que Zeus transformado en toro aprovecho para raptarla y llevarla a la isla de Creta. En Creta Europa tendría 3 hijos de Zeus, siendo Minos el más conocido.
Como vemos, también en Hesíodo, el término Europa se utiliza para contraponer o combinar los conceptos de Oriente y Occidente. La princesa Europa, como origen de nuestra civilización, supone la vinculación y mezcla de diferentes culturas. Esta mezcla se vincula históricamente con un momento en el que los griegos han abandonado el mar Egeo y los territorios adyacentes y se han lanzado a explorar el Mediterráneo Occidental.
El mito de Europa aparece nuevamente en la obra de Ovidio, Metamorfosis, en la que también se narra la historia de Europa siendo raptada por Zeus.
Así, las primeras referencias al término Europa si bien no se vinculan a un espacio geográfico concreto ni definido e indudablemente no a un continente que se encontraba aún inexplorado, sí hacen alusión a un espacio geográfico que los griegos necesitan definir y distinguir por oposición a Asia y que definen como un espacio marcado por un vínculo entre el mundo Mediterráneo oriental y el mundo griego y por una mezcla de aspectos culturales de los dos mundos.
Con el paso del tiempo y, a medida que el continente europeo, el norte de África y el Mediterráneo occidental iban siendo explorados, el término Europa comenzó a adquirir connotaciones más específicas, aunque aún sería un término ambiguo y flexible.
Este cambio puede detectarse ya en Heródoto. Este autor griego que vivió entre el 484 y el 425 a.C., es considerado el padre de la historiografía gracias a su obra Historias en la que realiza un serio esfuerzo por sistematizar los eventos históricos y organizarlos para su mejor comprensión. Esta obra que recoge fuentes orales y un enfoque empírico en el que el autor se esfuerza por contrastar y verificar la información obtenida de fuentes orales y testimonios, recoge, a su vez, reflexiones personales sobre las culturas y tradiciones que describe y establece las bases para separar los hechos y la información de las leyendas.
En esta obra, Heródoto describe tres grandes regiones del mundo conocido: Asia, Libia (nombre que utiliza para referirse a África), y Europa. Heródoto describía Europa, según testimonios recogidos, como el territorio que se encontraba al oeste de Asia a partir del río Fasis, actual río Rioni en Georgia. Aunque, el propio autor, en la misma obra, hace una reflexión crítica sobre que las fronteras entre esos tres espacios no eran claras y estaban basadas más en convenciones culturales que en evidencias naturales.
“No tengo claro por qué, con respecto a un nombre único, se usen tres (Asia, Europa y Libia), ni por qué se debería poner un límite fijo para ellas.” Historias, Libro IV, pág 45.
La consolidación del término Europa como una entidad cultural y geográfica se va a ir desarrollando a medida que las civilizaciones clásicas van explorando y conquistando el mundo. Durante el periodo helenístico, el geógrafo Eratóstenes de Cirene (276-194 a.C.) y Estrabón (63 a.C- 24 d.C.), realizan un tenaz esfuerzo por describir y clasificar las tierras entonces conocidas de una manera más sistemática y clara. Así, en su obra Geografía, Eratóstenes utiliza el término Europa para definir los territorios situados al oeste de Asia, desde el estrecho del Bósforo y el río Tanais (actualmente río Don, en Rusia) hasta el estrecho de Gibraltar. Eratóstenes utiliza el término Europa para explicitar una división clara entre el mundo griego y los territorios “bárbaros” que rodeaban el mundo helénico. Además, realiza un esfuerzo por cartografiar y representar geográficamente este espacio al tiempo que consolida el término Europa como un espacio con identidad propia marcado por la racionalidad y el orden que los griegos se atribuían a sí mismos en contraposición con las regiones bárbaras y Asia marcadas por el exotismo y el caos.
Por su parte Estrabón, en su obra Geografía, intenta realizar una descripción exhaustiva del mundo conocido basándose en observaciones propias, relatos orales y en las obras de autores anteriores como Heródoto o Eratóstenes. Estrabón dota al término Europa de un significado que supera lo meramente geográfico al describir Europa como la cuna de la civilización griega y, por tanto, marcada de superioridad cultural para diferenciarla del exotismo que se asignaba a Asia y Libia. Estrabón utiliza el término Europa para referirse a una serie de territorios y pueblos diversos, desde el espacio griego hasta las Islas Británicas haciendo una descripción geográfica pero también fijándose en sus habitantes a los que describe como culturalmente distintos a los pueblos asiáticos y libios (africanos) y marcados especialmente por la impronta griega y romana. Para Estrabón, Europa, se extiende desde el río Tanis (actual Don) al Estrecho de Gibraltar y las Islas Británicas y se caracteriza por una identidad cultural y política al ser la cuna de las civilizaciones griega y romanas que él considera superiores por su desarrollo en la filosofía, la política y las artes. Estrabón dota al término y al espacio que este delimita de una “identidad” específica, germen de la identidad europea marcada por la razón y el orden frente al despotismo y la opulencia de las civilizaciones orientales. Se trata de una construcción proto-identitaria de este continente que supone una primera reflexión sobre una identidad europea que hunde sus raíces en la antigüedad clásica.
La expansión del Imperio Romano y su mayor conocimiento del continente europeo facilitó la consolidación y profundización del término, aunque su aplicación seguía siendo ambigua.
Plinio el viejo y Tácito mencionan Europa de forma ocasional asignándole más un significado geográfico. Así Plinio el viejo en su Historia natural, utiliza el término Europa para describir las provincias occidentales del Imperio Romano y Tácito en su obra Germania, lo asocia a las tierras habitadas por los pueblos bárbaros al norte y al este de las fronteras del Imperio Romano.
Ambos utilizan el término más con un significado geográfico que como una entidad cultural o política. De hecho, los romanos concebían su propia civilización como un espacio mediterráneo, ya que, para ellos, el “Mare Nostrum” (Mar Mediterráneo) constituía el centro del mundo civilizado y su Imperio estaba constituido por las regiones bajo su control en torno a él. Así, los romanos utilizaban el término Europa para referirse a las regiones externas que se encontraban al norte de sus fronteras, sin percibir estas regiones de modo unificado sino como territorios diversos habitados por pueblos, culturas, lenguas y costumbres diferentes.
En conclusión, el término Europa hunde sus raíces en las civilizaciones clásicas y aparece citado en fuentes históricas de manera muy temprana. Estas fuentes utilizan el termino de modo flexible y sin que esté sujeto a un espacio claramente delimitado pero, en su mayoría, lo emplean para destacar que este territorio y sus gentes son diferentes a a Asia y a Libia (África), y para describir las regiones que no pertenecen a esos espacios.
Esta oposición no se limita a describir únicamente aspectos geográficos, sino que incluye cuestiones culturales, lingüísticas y sociales fundamentalmente vinculadas a características identitarias del mundo griego y romano. No sería hasta la expansión del cristianismo como elemento unificador y, especialmente, en la Edad Media, que la proto-concepción del término Europa evolucionaría hacia el desarrollo de un sentido de identidad compartida.