RATA-MANUAL 2
RATA-MANUAL 2
1. Conceptos básicos del audio digital
Ahora que hemos superado el entrenamiento en Imagedón y dominamos todas las técnicas maestras para manejar las imágenes a nuestro antojo, vamos a pasar al siguiente elemento de importancia dentro del audiovisual: el sonido.
Además de un medio de comunicación, especialmente útil en programas de radio o podcast, donde es el único elemento que nos conecta con nuestros oyentes, el sonido es una potente herramienta en producciones de video, donde nos ayudará a crear ambientes, transmitir sensaciones y captar la atención del espectador. Un mal sonido entorpece la comunicación y desvía la atención de lo que queremos contar, y por eso es muy importante cuidar la calidad del mismo. Pero antes de empezar a grabar y editar nuestros primeros audios es importante conocer algunos conceptos básicos.
Lo primero que necesitamos saber es la diferencia entre el sonido analógico y el digital, siendo éste segundo el que vamos a trabajar con nuestros equipos de alta tecnología. El sonido analógico es el que se almacena, procesa y reproduce por medio de circuitos electrónicos y otros dispositivos analógicos, por ejemplo, un cassete o un disco de vinilo. Y el sonido digital es el que se almacena, procesa y reproduce en medios digitales, como un disco duro o un teléfono móvil.Dentro del sonido digital nos podemos encontrar con distintos formatos de archivo, que se distinguen unos de otros por la compresión y codificación aplicada, y podemos identificarlos por su extensión (.mp3, .wma, etc.):
Formatos de audio sin comprimir, como WAV o AIFF, que permiten grabar archivos sin pérdida de calidad y, por ello, son los formatos más aconsejables para grabación y edición de audio. Conservan más cantidad de información, permiten manipulaciones más extremas sin degradación del sonido y garantizan una calidad adecuada para sacar posteriormente un archivo comprimido.
Formatos de audio comprimidos sin pérdida, como FLAC, Apple Lossless O WMA Lossless. Son formatos de muy buena calidad pero suelen ser incompatibles con muchos de los programas de edición. En caso de querer usarlos en nuestra producción, es aconsejable pasarlos antes a un formato más “amigable” para la edición, por ejemplo, WAV.
Formatos comprimidos como MP3, WMA o AAC. En este sistema de codificación se descarta parte de los datos del audio, en particular las frecuencias no audibles por el ser humano, intentando mantener la calidad del sonido. Son archivos más prácticos, fáciles de procesar y requieren menos espacio de almacenamiento. La degradación del sonido de los archivos comprimidos variará dependiendo del tipo y la tasa de compresión aplicada: un MP3 con bitrate (cantidad de datos almacenados por segundo) de 320 kbps se acerca a la calidad del CD y a 192 kbps la mayoría de la gente no distinguiría el archivo original del comprimido. Por debajo de eso, sí es perceptible una pérdida de calidad.
La compresión también puede ser CBR (constant bitrate) aplicando la misma tasa de compresión por igual a todo el archivo, VBR (variable bitrate) cuyo algoritmo analiza el audio y decide qué partes son susceptibles de ser más comprimidas y cuáles deben retener más información o ABR (average bitrate), que aplica una compresión variable pero manteniendo una tasa media definida previamente, por ejemplo 192 kbps.
Ejemplo de distintos formatos de grabación en una aplicación de móvil y el tamaño por hora de grabación
Otros elementos que debemos conocer, en particular si vamos a trabajar con archivos sin compresión, son la profundidad de bits, la tasa de muestreo y el número de canales:
Profundidad de bits (o bit depth): número de bits utilizados para representar cada muestra de la señal. A mayor número de bits, mayor resolución, que a su vez se traduce en mayor rango dinámico de la señal digitalizada. Lo habitual es 16 bits (por ejemplo, el CD) o 24bits (DVD), siendo está segunda opción la ideal si nuestro grabador o editor de sonido lo permite, ya que no existe diferencia de tamaño entre las dos y los 24bits reducirán los problemas de distorsión al grabar con una señal de entrada muy alta y los ruidos generados al subir el volumen en nuestro programa de edición.
Tasa de muestreo (o sample rate): cantidad de veces que se registra el sonido analógico por segundo, para ser reconstruido digitalmente. Podemos asimilarlo a la cantidad de cuadros (frames) por segundos en un video, necesarios para crear la ilusión de movimiento. Éste valor también hace referencia a la frecuencia máxima (sonido más agudo) que puede reproducirse en el archivo.
Lo habitual suele ser trabajar en 44.1 kHz (igual a 44.100 muestras por segundo) y 48 kHz, siendo esta última la recomendable por ser la frecuencia más utilizada en el mundo del vídeo.
Canales o número de pistas que componen un sonido. Pueden ser mono (producen el sonido en una sola pista), estéreo (producen el sonido a través de dos pistas distintas, izquierda y derecha) y sonido multicanal (por ejemplo, el sonido 5.1, que producirá un efecto envolvente si lo reproducimos en un sistema con 6 altavoces). En general, los micrófonos profesionales graban en mono y los incluídos en ordenadores, móviles, etc. en estéreo.