LOS ANTECEDENTES LEJANOS DE LA INTEGRACIÓN EUROPEA
LOS ANTECEDENTES LEJANOS DE LA INTEGRACIÓN EUROPEA
3. El proceso para la formación de las Comunidades Europeas
3.1. La importancia de la posguerra en Europa
La magnitud de la Segunda Guerra Mundial marcó a muchos políticos e intelectuales europeos de una manera indeleble. Las muertes incontables de soldados y civiles, las destrucciones masivas y, sobre todo, el holocausto, dejaron una huella que, al menos, no paralizó ni resucitó venganzas, castigos y sanciones a las potencias derrotadas, sino que sirvió de revulsivo para actuar en un sentido de integración, aunque, sin lugar a dudas, a través de un proceso complicado, especialmente por el contexto de la Guerra Fría, que afectando a Europa, superaba al continente porque involucraba a todo el mundo, además de que los Estados europeos ya no eran el principal actor de la política internacional.
Aquellos europeos analizaron las causas que habían llevado al estallido en septiembre de 1939 de la mayor tragedia que nunca antes había vivido el continente en su conjunto, sin olvidar lo ocurrido en otras zonas del mundo, especialmente en Asia y el Pacífico.
Encontraron un conjunto de factores del período de entreguerras y que habían comenzado a desarrollarse desde el mismo momento que había terminado la anterior contienda, la conocida antes como Gran Guerra, y ahora bautizada como Primera Guerra Mundial. Ahí estaban los afanes de revancha, la forma de reorganizar territorialmente el continente desde la exclusiva perspectiva de los vencedores, las asfixiantes reparaciones de guerra, el establecimiento de sistemas democráticos sobre endebles pilares, la inestabilidad económica sobre las ruinas de la posguerra, la especulación posterior, y la depresión aguda e intensa a partir de 1929, el aumento vertiginoso de las desigualdades sociales, y el auge de fórmulas dictatoriales y totalitarias como supuestas soluciones a los problemas, además de renovadoras de las tesis imperialistas contrarias al derecho internacional y a las primeras organizaciones internacionales, llenas de buenos propósitos, pero poco operativas, como ejemplificaría la Sociedad de Naciones.
Todo eso no podía volver a pasar nunca más, y por eso la idea de la integración europea, aunque fuera desde perspectivas o ángulos distintos, surgió con una enorme fuerza. Se debía convertir en un antídoto para evitar errores y horrores del pasado. Y comenzaron a plantearse, a partir de ideas y proyectos, distintas soluciones organizativas, siendo la principal, sin lugar a dudas, la que se firmó en Roma en 1957.
Imagen 10:Creada con Microsoft Designer