7. PROBLEMAS GEOESTRATÉGICOS.

7.1. Los nuevos posibles Brexits o el camino a la desintegración.

Excede estas páginas analizar las raíces profundas que llevaron al Reino Unido abandonar el seno de la UE y, esto, a pesar de que la UE fue muy paciente con las “particularidades” que constantemente se arrogaba el Reino Unido en sus numerosas excepciones respecto a las normativas de la UE (García Bonilla, 2020). La relación entre la UE y RU post Brexit queda en una especie de limbo en el que se suscriben acuerdos preferenciales que hacen que RU no sea “un país más”, sino un socio de primer orden para la UE. Muchos de estos acuerdos se firmaron durante el periodo transitorio de abandono (hasta diciembre de 2020), formando los llamados “Acuerdos de Comercio y Cooperación”.

 Algunos de estos acuerdos se sustanciaban en cuestiones del ámbito comercial (condiciones de competencia equitativas), así como la asistencia en derechos fundamentales, tratados de libre comercio, seguridad de los ciudadanos, etcétera[1]. Quizá entre ellos y proyectados a la seguridad común, se firmaron los importantes acuerdos sobre seguridad y energía nuclear.

 Es decir, el RU no está en la UE, pero no se ha marchado del todo. Las razones del Brexit las podemos encontrar en cuestiones ya analizadas en el apartado anterior: los partidos de corte soberanista vinculados al ultranacionalismo, como el Reform UK de Nigel Farage, triunfaron e instilaron un mensaje claro a los ciudadanos receptivos: la injusticia de las políticas de la UE con respecto al RU y las preocupaciones sobre la identidad nacional que, según sus ideólogos, quedaba comprometida. Frases propias del decálogo racista y pseudofascista fueron fuertemente pronunciadas por este ideólogo del Brexit[2].


(Fuente del gráfico: NatCen a partir de análisis para la BBC https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-47713080 )

Independientemente de que el nivel de descontento con el Brexit entre la población británica aumenta constantemente (alrededor del 62% de los británicos cree que el Brexit es un fracaso, según la empresa YouGov)[3] y de que estos grupos euroescépticos se nutrieron de las zonas más rurales y endogámicas del RU para conseguir sus objetivos secesionistas (el no al Brexit triunfó en Londres y las áreas urbanas), nada de lo sostenido por los temerosos defensores de las esencias británicas es cierto. Conviene recordar que  el  Tratado de la Unión Europea recoge en su articulado (en concreto el artículo 5) que “la Unión actúa dentro de los límites de las competencias que le atribuyen los Estados miembros en los Tratados para lograr los objetivos que éstos determinan. Toda competencia no atribuida a la Unión en los Tratados corresponde a los Estados miembros” evidencia la falacia de los argumentos basados en la usurpación de la Estados miembros y su identidad nacional[4].

 Sin embargo, ya sea por las nuevas situaciones críticas relativas a la guerra de Ucrania y las relaciones con Rusia, ya sea por las disensiones en las políticas de inmigración y las cuotas, se pueden abrir una brecha importante de la que se nutran otras formaciones nacionalistas para proyectar su euroescepticismo a nivel nacional.

 Países como Hungría, Italia o la mismísima socia fundadora y una de las almas de la UE, Francia, han visto crecer los grupos euroescépticos, normalmente desde su extrema derecha, basándose en cuestiones como la soberanía nacional, la inmigración o el impacto económico de las políticas europeas (Castro Ramírez, 2023), todo ello en medio de un conflicto bélico en las fronteras de la Unión. No olvidemos que, por detrás de estos países en los que crece el euroescepticismo, estarían Alemania, Austria, Suecia... como analiza un interesante trabajo que pormenoriza los futuros “exits” y las fuerzas políticas que los respaldan, siempre alineados a la extrema derecha del panorama político[5]

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