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Los accidentes de tráfico son frecuentes en las sociedades desarrolladas y, dada su magnitud, se pueden considerar una auténtica epidemia de las sociedades actuales.

Los accidentes de tráfico son la segunda de las principales causas de muerte a nivel mundial entre los jóvenes de 5 a 29 años de edad, y la tercera entre la población de 30 a 44 años. La siniestralidad vial se ha convertido en una pandemia mundial que anualmente causa 1,2 millones de víctimas mortales, 50 millones son víctimas con heridas de diversa gravedad y un elevado número padecen discapacidad permanente.

Por otro lado, para dimensionar adecuadamente los accidentes de tráfico y su magnitud es preciso saber que por cada persona fallecida en accidente de tráfico hay 18 ingresos hospitalarios, 80 casos son atendidos en urgencias y unos 100 casos han requerido algún tipo de atención sanitaria. La consideración de la siniestralidad vial como un problema sociosanitario es, hoy día, aceptada sin cuestionamientos.

La conducción es una interacción social por excelencia. El conductor tiene una interacción clara con su vehículo y con la vía, pero no menos prioritaria con los demás conductores, peatones e, incluso, con los no usuarios de la vía próximos, cuyos bienes pueden ser afectados por los accidentes de tráfico (por ejemplo, daños a la propiedad en un choque). La interacción social es la clave de la accidentalidad: la relación del conductor con los otros conductores, peatones, no usuarios de la vía y con la normativa que lo ordena. Ese comportamiento social es fruto de la percepción del riesgo de cada conductor y de la asunción, respeto y acatamiento de las normativas de circulación.

icono libros apiladosLibro en PDF con los contenidos de la unidad 3: seguridad vial