2. Capítulo I

2.2. Las raíces de la identidad europea en la Grecia Clásica

  • El mito de Europa

Según se recoge en la Teogonía de Hesíodo y en las Metamorfosis de Ovidio, Europa era una princesa fenicia, hija del rey Agenor.  Agenor era rey de Tiro (actual Libia) y Fenicia, además de descendiente de Neptuno y de Teléfasa. La belleza de la princesa Europa llamó la atención de Zeus, el dios de dioses, que se enamoró de ella. Para atraerla, Zeus se metamorfoseó en un majestuoso toro blanco. Cautivada por la belleza y mansedumbre del animal, Europa se montó en su lomo, acción que Zeus aprovechó para llevarla, a través del mar, hasta la isla de Creta donde Europa se convirtió en la madre de varios hijos de Zeus, entre ellos Minos que llegaría a ser rey de Creta. 

El rapto de Europa

Ilustración 5.. Rubens, El rapto de Europa. Museo del Prado


Esta historia mitológica tendrá un impacto fundamental en la concepción de la identidad europea. El relato ha sido interpretado de varias formas, pero una de sus lecturas más significativas está ligada a señalar que el mito establece una conexión entre el mundo oriental (Fenicia) y el mundo occidental (Creta), dando a entender que la identidad europea se construye por oposición a la asiática y africana, pero también surge de la vinculación y la influencia de las civilizaciones orientales sobre el núcleo de la cultura griega que, a su vez sería, el germen de la cultura europea. 

Karl Kerenyi, erudito de la mitología griega, es su obra Los dioses griegos (1951) afirma “el rapto de Europa simboliza la migración de elementos culturales y religiosos desde las tierras de Oriente hacia el Mediterráneo, lo que sería el germen de una futura identidad cultural compartida”. Para él, Europa surge de la migración de elementos desde Oriente hacia el Mediterráneo. 

Para el lingüista y filósofo búlgaro Tzvetan Todorov la propia esencia de la Europa mítica reside en el cruce de culturas, en la importación de lo extranjero hacia lo local, en un proceso de absorción y transformación” (Todorov, El cruce de culturas). Coincide con la idea de que los encuentros y el intercambio cultural son fundamentales en la construcción de la identidad de Europa. 

Desde la cosmovisión del mundo clásico griego, Europa se presenta como un espacio en formación, moldeado por influencias extranjeras y domesticado en el marco de la cultura helénica. 

  • Configuración de la identidad europea en la Grecia Clásica


Siguiendo el relato mítico, los griegos desarrollaron una idea de Europa que hundía sus raíces en el mundo oriental pero cuya configuración y evolución se encontraba en contraste directo con las culturas orientales, especialmente en oposición al Imperio Persa. Durante las Guerras Médicas (499-449 a.C.), en las que las polis griegas resistieron a la invasión persa, se fue configurando una identidad común entre los griegos que superó el concepto inicial de ciudades-estado independientes para ir conformando el mundo helénico. 

Heródoto en sus Historias refleja cómo los griegos empiezan a percibirse a ellos mismos y a su mundo como el mundo de la libertad, la razón y el orden, por oposición a la autocracia y la opulencia persas. Así, Europa empieza a configurarse, gracias a la herencia de la Grecia Clásica, como un espacio de libertad y democracia frente a la sumisión y el despotismo que representa Asia. 

“La diferencia fundamental entre griegos y bárbaros radica en el hecho de que unos viven en libertad y los otros en esclavitud” (Heródoto, Historias, Libro IX, Capítulo 88)

Por supuesto, Heródoto sólo hace referencia a los griegos libres, olvidando al resto de grupos – metecos, esclavos, forasteros- que también habitan en la Grecia Clásica. 

Al mismo tiempo, los filósofos griegos, concretamente la escuela estoica iniciada por Zenón de Citio (siglo IV a.C.), comienzan a plantear la existencia de una razón común o “logos” compartida por toda la humanidad. Razón común que dotaría a la raza humana de una unidad, aunque el “logos” se encarnaba en las leyes y la cultura helénicas, que Zenón establecía como el modelo ideal de civilización. 

Si bien, no podemos afirmar que los griegos hicieran esta analogía con Europa, sí podemos establecer que Europa hereda este concepto de unidad e identidad basado en las leyes, la herencia griega, la razón, el orden y la democracia como bases compartidas por sus habitantes y que le otorgan identidad propia. 

Durante el periodo de las colonizaciones griegas en el siglo VIII a.C., con la expansión de las polis hacia las costas orientales del Mar Mediterráneo y hacia el Mar Negro, se produce el contacto de los griegos con diferentes culturas orientales, lo que les permite identificar su territorio como un núcleo común de valores y creencias diferentes a las de las civilizaciones de esos espacios. 

La expansión posterior con Alejandro Magno y la creación del Imperio Helenístico, supone una fase en la que la identidad griega, y por extensión la europea, comienza a abrirse a una concepción más universalista. Educado por Aristóteles, Alejandro Magno fomentó una visión cosmopolita que pretendía integrar las diferentes culturas anexionadas bajo el estandarte de la civilización helenística. Esta visión cosmopolita, aunque integraba elementos de las culturas conquistadas, mantenía, no obstante, la idea de la superioridad de la identidad griega. El mundo helénico seguía siendo comprendido como un mundo civilizado frente al mundo bárbaro. Esta idea influiría posteriormente en la visión europea de superioridad cultural. El Imperio de Alejandro Magno, señala a los griegos el camino hacia la creación de una civilización común integrada por territorios diferentes. 

Ilustración 6. Mapa del imperio y las expediciones de Alejandro Magno. Felix Delamarche.

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Para el historiador británico Arnold Hugh Martin Jones, el impacto de Alejandro Magno radica en su esfuerzo por promover una integración cultural para fomentar una cultura compartida basada en elementos griegos. Aunque el mundo helénico se configuró con la adopción de elementos orientales mezclados con los elementos de la civilización griega, según este autor, fueron éstos últimos los que tuvieron preeminencia. Jones identifica un proceso de helenización que, aunque no consiguió homogeneizar completamente los distintos pueblos conquistados, sí estableció una red cultural que conectó a estos territorios. Para Jones, aunque no se puede identificar en la idea de Alejandro Magno una idea de Europa como la concebimos hoy, la idea de una civilización compartida, fundada en principios culturales comunes y enraizada en la identidad griega, contribuyo a la posterior construcción de la identidad europea actual. 

El helenismo promovido por Alejandro Magno configuró una Cosmópolis que, si bien aún distante de una Europa como la concebimos hoy, sentaba los cimientos de un ideal de civilización común que marcaría los territorios bajo su influencia” (Jones, Alejandro Magno y el Mundo Helenístico)

En resumen, la cosmovisión del mundo que desarrolló el mundo helénico y el mito fundacional de Europa desempeñaron un papel significativo en la formación de una identidad europea primigenia. Aunque la exploración del continente europeo desarrollada por los griegos era aún escasa, los principios de razón, democracia y libertad que los griegos consideraron los pilares de su civilización y que, por tanto, le otorgaban primacía sobre las demás, fueron heredados por el proceso de integración europeo del siglo XX en el camino hacia la consolidación de la identidad europea y de la unidad de sus naciones