LIBRO 1:LA IDENTIDAD Y LA UNIDAD EUROPEA A LO LARGO DE LA HISTORIA
LIBRO 1:LA IDENTIDAD Y LA UNIDAD EUROPEA A LO LARGO DE LA HISTORIA
4. Capítulo III. Desarrollo de la identidad europea y la idea de la unidad de Europa en la Edad Moderna: Humanismo y Renacimiento
Contexto Histórico
El final de la Edad Media estuvo marcado por profundas transformaciones sociales, económicas y culturales. La Peste Negra, las crisis económicas, los conflictos bélicos como la Guerra de los Cien Años allanaron el camino para el declive del orden feudal, la constitución de monarquías autoritarias y el desarrollo de una sociedad más urbana e intelectual.
Aunque la Iglesia Católica seguía dominando la vida espiritual e intelectual tuvo que enfrentarse a crecientes desafíos. Por un lado, los nuevos descubrimientos geográficos y científicos, como el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492, el descubrimiento de los astros por Copérnico y el cuestionamiento de la idea del funcionamiento del mundo.
Ilustración 17. Portulano del Océano Atlántico y las tierras adyacentes. Pascual Ruiz.
División de Mapas de la Librería del Congreso de los Estados Unidos. https://www.loc.gov/item/2008621738/
Estos retos junto con las pugnas internas por el poder, culminaron con la Reforma Protestante, encarnada en Martín Lutero, Zwinglio, Bucero y Calvino. La Reforma Protestante supuso la ruptura de la Cristiandad Occidental para dar lugar a las Iglesias Nacionales y reformadas. Habiendo sido la Iglesia Católica el valedor de la identidad y cohesión europeas, este cisma produjo una división entre los propios europeos, que se dividieron entre los Católicos en el Sur y los Protestantes en el Norte. Las consecuencias de esta ruptura no fueron sólo religiosas sino también políticas. Esta crisis suponía el cuestionamiento del poder del Papa, pero, por extensión, también ponía en cuestión el poder temporal de los soberanos.
La invención de la imprenta, la apertura de nuevas rutas comerciales interoceánicas, los orígenes del imperialismo económico… marcarían un cambio en el modo en que los europeos concebían su mundo, que, por primera vez se ampliaba más allá del Océano Atlántico.
En el terreno político, destaca la figura de Carlos V¸ emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que unió por herencia los territorios de las Casas de Habsburgo y de Borgoña, así como los territorios hispánicos de los Reyes Católicos, con sus posesiones europeas, las tierras conquistadas en África y las recién descubiertas en ultramar, junto con el trono imperial tras la muerte de su abuelo Maximiliano.
Ilustración 18. El emperador Carlos V. Juan Pantoja de la Cruz. Museo del Prado
Carlos V representó la aspiración a una Europa unificada bajo un liderazgo cristiano, pero con un soberano no sometido a la hegemonía papal. Sin embargo, la tensión provocada por la Reforma Protestante de Lutero que fragmentó la unidad religiosa de Europa y con ella a sus ciudadanos y la división de sus territorios tras su abdicación entre su hijo y su sobrino, interrumpieron el proyecto político de una Europa unida.
Las Guerras de Religión entre católicos y protestantes, como la Guerra de los 30 años ahondaron en la división entre los europeos, mientras los reyes fortalecían su autoridad abriendo paso a la consolidación de monarquías centralizadas.
El Imperio Hispánico lideraba la hegemonía en Europa y fuera de ella, en los territorios americanos. Esto provocó la reacción del resto de estados europeos que aspiraban a debilitar ese poder y a establecer su propio imperio colonial.
Humanismo y Renacimiento
En este contexto, los movimientos humanista y renacentista surgieron como respuesta a las necesidades de repensar el lugar que el hombre ocupaba en el mundo. Las ideas establecidas en la Edad Media habían sido desafiadas desde el ámbito político, pero también desde el ámbito científico y el ámbito religioso. Inspirados por los valores de la antigüedad clásica, intelectuales y artistas buscaron nuevas formas de interpretar el mundo y de presentarse frente a él.
El redescubrimiento de los textos clásicos gracias a la recuperación de los manuscritos grecolatinos que habían sido preservados y traducidos en el mundo islámico y en los monasterios europeos, permitió a los eruditos redescubrir autores como Aristóteles, Platón, Cicerón, Séneca… Este renacer del conocimiento clásico trajo una nueva visión del hombre como centro del universo, en contraposición al teocentrismo medieval.
La invención de la imprenta por Johann Gutenberg revolucionó la difusión del conocimiento. Este avance permitió la reproducción masiva de libros y facilitó la circulación de ideas humanistas por toda Europa. Al mismo tiempo, promovió el debate al divulgar ideas que cuestionaban o se enfrentaban al status quo establecido.
Al mismo tiempo, el auge de las ciudades-estado y el crecimiento económico de centros urbanos ligados al comercio como Florencia, Venecia o Milán los convirtieron en focos de mecenazgo y creatividad. Las élites patrocinaron artistas e intelectuales para diferenciarse de sus iguales y consolidar su prestigio. Estos artistas e intelectuales hicieron del Renacimiento humanista su marco de pensamiento y expresión.
El humanismo va a promover un mundo cada vez más laico o que, al menos, cuestiona cada vez más el papel de la Iglesia y de la Cristiandad. En el siglo XVI se consolidan las ciudades-estado y las monarquías centralizadas que patrocinan intelectuales que legitiman la soberanía de los príncipes por encima de la Iglesia.
Los humanistas promovieron el estudio de las artes, las ciencias y la filosofía partiendo del conocimiento del mundo clásico. Sus reflexiones influenciaron la evolución del pensamiento moderno. Alejándose del marco teocentrista medieval, buscaron comprender al ser humano y al mundo a través de la razón y la observación. Sus ideas fueron precursoras del proceso de integración europeo de los últimos siglos.
Ilustración 19. Erasmo de Rotterdam. Holbein el joven. National Gallery
Erasmo de Rotterdam (1466-1536), considerado el príncipe de los Humanistas, abogó por una reforma moral y cultural de la Iglesia en su obra Elogio de la locura (1511) y abogó por el fortalecimiento de la tolerancia, la educación y la racionalidad. En algunas de sus obras, Erasmo sugiere la idea de un poder supranacional y el equilibrio entre los estados europeos a través de la colaboración en una federación. Por ello es considerado el primer europeo.
“La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”. (Erasmo de Rotterdam, Elogio de la Locura, 1511)
En su obra, Erasmo realiza una crítica mordaz a las instituciones de su tiempo y aborda la necesidad de una reforma moral y religiosa basadas en los valores de la paz, la tolerancia y el racionalismo.
En su tratado Querela Pacis (1517) o La queja de la paz, Erasmo señala la guerra como el principal obstáculo para la unidad de Europa. Denuncia las guerras entre cristianos como absurdas e inmorales.
“¿Qué puede haber más insensato que los cristianos, unidos por una misma fe, despedazándose unos a otros? ¿Qué puede haber más contrario al nombre de Cristo?” (Erasmo de Rotterdam, La queja de la paz. 1517)
Erasmo también abogó por la reforma de la Iglesia Católica, aunque rechazando la ruptura que supuso la Reforma Protestante. Afirmaba que el cristianismo, compartido por todos los europeos, constituía el fundamento de una identidad común, y que la reforma debía realizarse desde el interior primando la unidad espiritual sobre las disputas doctrinales.
Del mismo modo Erasmo abogaba por la educación como el medio para crear una élite ilustrada que guiara a Europa hacia un orden más pacífico y cooperativo.
Aunque las reflexiones de Erasmo sembraron las ideas de los valores de paz, unidad, educación y tolerancia compartidos, sus postulados no se concretaron en un proyecto político y chocaron con una Europa profundamente dividida por las rivalidades entre soberanos. No obstante, sus ideas iluminaron a los fundadores de la Unión Europea.
“Erasmo representa el sueño de una Europa unificada, no mediante la fuerza, sino mediante la cultura y la razón” (Paul Hazard, La crisis de la conciencia europea. 1935)
Maquiavelo (1469-1527) fue una de las figuras más influyentes del Renacimiento por su modo de abordar las dinámicas del poder y el ejercicio de la política. En El Príncipe (1513) legitima la soberanía y el poder de los príncipes mientras reflexiona sobre la autoridad del poder político. En sus obras Maquiavelo se centra en los retos prácticos del poder. Para él, la estabilidad interna y la capacidad de defender el estado frente amenazas externas deben ser los objetivos esenciales de un gobernante. Sus ideales son incompatibles con la idea de unidad europea, ya que para él lo esencial es la fortaleza y la independencia de los estados individuales. Maquiavelo entiende las relaciones internacionales en términos de interés y competencia, ideas muy alejadas de las de Erasmo y de los ideales humanista de cultura y valores compartidos. Para él, en el ámbito político, el conflicto es inevitable y, por tanto, es necesaria la existencia de una autoridad fuerte para garantizar el orden.
Maquiavelo no desarrolla una visión que trascienda el ámbito del estado nación. Y, aunque su modo de entender la soberanía y el ejercicio del poder político impedían imaginar una Europa unida, sus ideas sirvieron para el fortalecimiento del poder laico frente al religioso, otorgando al gobernante autoridad y capacidad de decisión para ejercer la política en beneficio de la seguridad y estabilidad de su estado o territorio. Aunque no se puede considerar a Maquiavelo un precursor de la idea de Europa, su contribución radica en la separación de la Iglesia y el Estado y en señalar que el objetivo principal del gobierno debe ser garantizar el orden y procurar la estabilidad.
“El poder religioso tiene la habilidad de destruir los estados y las repúblicas cuando los príncipes y los sacerdotes se confunden en sus funciones”. (Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio. 1531)
Ilustración 20: Los seis libros de la república. Jean Bodin. 1586
Jean Bodin (1530-1596), jurista y filósofo político francés, fue una figura esencial en el pensamiento político renacentista. En Los seis libros de la República (1576) establece los principios de la soberanía estatal. Para Bodin, la soberanía era la piedra angular del estado moderno, entendiendo la soberanía como el poder absoluto y perpetuo de un estado para legislar y gobernar sin interferencias externas. Estas ideas marcaban una ruptura con las premisas medievales de autoridad compartida entre el Papa y el emperador.
“La soberanía es el poder supremo sobre los ciudadanos y súbditos, no limitado por ninguna ley, excepto por las leyes divinas y naturales” (Jean Bodin, Los seis libros de la república. Libro I. Capítulo VIII. 1576)
Para Bodin, la diversidad de Europa hacía inviable un modelo de gobierno supranacional compartido, dado que, para él, era incompatible con el respeto a la diversidad cultural, legal y administrativa de cada comunidad política.
“Es imposible que un solo sistema de leyes y costumbres sea adecuado para todas las naciones, dadas las diferencias en el clima, la geografía y el carácter de los pueblos” (Bodin, Los seis libros de la república. Libro VI. Capítulo V. 1576)
Aunque Bodín no puede ser considerado un precursor de la idea de Europa en el sentido estricto del concepto, sí compartía con el Humanismo Renacentista su fe en la capacidad de la razón para resolver los problemas políticos y su defensa de la tolerancia religiosa argumentando que la paz social era más importante que la unidad religiosa. Ideas que van a resonar en la construcción de la Unión Europea.
Sin embargo, rechazaba la idea humanista de la posibilidad de una comunidad política o religiosa unificada en Europa basada en valores compartidos aunque en su obra Método para el fácil conocimiento de la historia (1566), Bodin reconocía la existencia de un legado cultural compartido por los europeos.
“Bodin fue un defensor del orden en una Europa desgarrada, pero su orden era el de estados soberanos en equilibrio, no el de una comunidad unificada” (Quentin Skinner, Los fundamentos del pensamiento político moderno. 1978)
Ilustración 21. Retrato de Sir Tomas Moro. Holbein el joven. Colección Frick.
Tomás Moro (1478-1535) pertenece al grupo de humanistas que comparten el deseo de una Europa unida en torno a valores culturales y morales comunes. Amigo de Erasmo e influido por él, señalaba a la educación, la razón y la virtud como herramientas de mejora de la sociedad. En su obra Utopía, Moro describe una sociedad imaginaria basada en la propiedad comunal, la igualdad y la racionalidad. Aunque no se menciona una Europa unida, puede entenderse a Utopía como una crítica implícita a la división y tensión del mundo europeo. En Utopía, los utopianos trascienden las rivalidades nacionales, comparten recursos, trabajan juntos por el bien común, evitan guerras innecesarias y jerarquías desiguales. Esto supone una crítica al egoísmo y a la lucha por la hegemonía de los estados europeos. Para Tomás Moro, la moral cristiana debía ser la base de una sociedad justa. Pero, aunque postulaba la posibilidad de una sociedad más justa basada en los valores de la colaboración, la igualdad y la paz, se mostraba escéptico sobre la posibilidad de que los europeos pudiesen superar sus barreras culturales, políticas y territoriales para lograr ese bien común.
“La mayor parte de las naciones, al tener leyes y costumbres distintas, hacen que los hombres vivan de manera desordenada. La verdadera justicia solo puede existir en una sociedad donde las leyes se aplican con equidad para todos, sin distinción de clases.” (Tomás Moro, Utopía. 1516)
Luis Vives (1492-1540), filósofo y pedagogo español, propone un entendimiento entre los príncipes europeos para mantener la paz en Europa y la creación de una República cristiana frente al avance turco. Al igual que Erasmo, en su obra De Disciplinis (1531), Vives establece la importancia de la educación como herramienta para superar los prejuicios y promover la cooperación entre los pueblos.
“El conocimiento es el vínculo que une a los hombres en una comunidad de entendimiento y virtud” (Luis Vives, De Disciplinis, libro I. 1531)
En su obra De subventione pauperum (1526) propone un sistema social basado en la caridad y en la responsabilidad comunitaria que elimine la pobreza.
Además, Vives defiende la paz como un valor fundamental para la convivencia humana.
“Las guerras no son sino la manifestación de nuestra falta de entendimiento, la razón debe prevalecer sobre la violencia” (Luis Vives. Epístolae ad Erasmum. 1524)
Vives no desarrolló un modelo político para avanzar en la unidad de Europa, pero estableció la importancia de la educación, la tolerancia y la colaboración para lograr el bien común.
“Vives compartía con otros humanistas el sueño de una humanidad guiada por la razón y la virtud, pero su pensamiento estaba anclado en las realidades de un mundo fragmentado” (Marcel Bataillon, Erasmo y España. 1937)
Francisco de Vitoria (1438-1546), teólogo y jurista español, fue una de las figuras clave del Renacimiento en el ámbito del pensamiento político y jurídico. Su obra, influida por el Humanismo y la escolástica, versa sobre el derecho natural, el derecho de gentes y la legitimidad del poder en un mundo globalizado por los descubrimientos geográficos.
El descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492 y la expansión del imperio hispánico plantearon a Vitoria la necesidad de reflexionar sobre un marco jurídico y moral común que regulara las relaciones entre lo pueblos. Como representante de la Escuela de Salamanca, Vitoria adoptó las ideas aristotélicas y tomistas, y combinó la escolástica y el Humanismo para abordar los problemas de su tiempo.
Para Vitoria, existe un conjunto de normas universales derivadas de la naturaleza humana que se aplican a todas las naciones. Es lo que se conoce como “derecho de gentes” o “ius gentium”. En su obra La relación de las Indias (1539), argumenta que este derecho debe regular las relaciones entre los estados y asegurar la justicia en un mundo cada vez más interconectado. Si los seres humanos comparten una naturaleza común y están sujetos a las mismas leyes fundamentales, puede deducirse la existencia de una comunidad global en la que los estados deben respetar los derechos de los demás, promoviendo la paz y la justicia.
Aunque Vitoria no aborda directamente la idea de una Europa unida, sus postulados siembran el germen de la colaboración para lograr el bienestar del ciudadano y el respeto de sus derechos.
“La visión de Vitoria del derecho internacional es, en última instancia, una afirmación del valor universal de la dignidad humana, una idea que encuentra resonancia en los esfuerzos posteriores por imaginar una Europa unida”. (Anthony Padgen, La idea de Europa. 2002)
Conclusiones
El humanismo renacentista surge de la crisis espiritual e intelectual vivida a finales de la Edad Media. La crisis del Papado y las luchas por el poder en Europa abonan la aparición de voces que cuestionan el orden tradicional. La recuperación de los textos clásicos, a través de las traducciones árabes, retrotrae el origen de la identidad europea a un mundo anterior a la Cristiandad, al mundo grecolatino, y facilita que los intelectuales cuestionen la visión teocentrista del mundo impuesta por la Iglesia Católica para explorar el lugar del hombre en el mundo y, desde él, explorar el mundo que le rodea.
En este contexto los humanistas y pensadores renacentistas van a realizar aportaciones que resonarán en el proceso de integración europea del siglo XX. Algunos de ellos como Erasmo de Rotterdam o Tomas Moro abogan por la unidad de Europa pudiendo ser considerados verdaderos precursores de la Unión Europea, otros como Maquiavelo, Jean Bodin o Luis de Vitoria no pueden abstraerse de la fragmentación política de su contexto histórico. Pero, unos y otros, aportan ideas que serán fundamentales en la construcción de la identidad europea y en el proceso de construcción de la Unión Europea.
Entre estas ideas se encuentran la separación de la Iglesia y el Estado; la recuperación de los valores del mundo clásico centrados en la razón, la justicia, la virtud y el conocimiento como base de la identidad europea; en la importancia de la educación, el trasvase de ideas y la colaboración intelectual como bases de una cultura europea compartida; la idea de fraternidad y comunidad humana universal basadas en principios comunes de dignidad y moralidad de todos los pueblos; en la idea de que el progreso humano depende de la libertad intelectual y la tolerancia religiosa que sería fundamental en la creación de una Europa unificada y democrática tras las dos guerras mundiales.
El humanismo renacentista aportó los cimientos ideológicos de un pensamiento crítico, universalista y culturalmente integrado que, siglos después, se reflejarían en los movimientos de integración europea. Sus ideas de fraternidad, educación, cooperación y tolerancia siguen siendo fundamentales en la construcción de la identidad y la unidad europeas.