4. El lado FEMENINO de la CIENCIA

Comencemos con una historia…

Imaginemos un padre y su hijo menor de edad que viajan desde Burgos a Madrid en coche. Un rato antes de llegar a su destino tienen un grave accidente y el padre fallece. El niño es trasladado en helicóptero al hospital de San Sebastián de los Reyes, que era el más cercano. Como el niño está muy grave y no puede ser trasladado a otro hospital más especializado y con mejor material quirúrgico, llaman al Hospital de la Paz para solicitar la asistencia de un médico, una eminencia médica en pediatría. Al llegar al hospital de San Sebastián, le preguntan a esta eminencia si está en disposición de operar al niño, a lo que responde: cómo no estarlo si es mi hijo.

¿Qué pensamientos vienen a sus cabezas? ¿Hay algún dato erróneo en la historia? ¿Es una historia trampa? ¿Si el padre ha muerto, cómo puede estar ahí?

La respuesta está en nuestra “educación machista heredada”: la eminencia médica es una mujer, la madre del niño, pero al hablar de una eminencia en cualquier disciplina científico-técnica solemos pensar que se trata de un hombre.

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“Las mujeres no gozan de las mismas oportunidades que los hombres para desarrollar una profesión científica y para progresar en ella. Los datos al respecto son muy claros y se pueden resumir en el hecho de que conforme se avanza hacia puestos más altos en los escalafones académicos o profesionales, la proporción de mujeres va siendo cada vez menor.

Ese desequilibrio se viene produciendo desde hace mucho tiempo, tanto que, para justificar su permanencia, no cabe aducir que es la consecuencia de un estado de cosas en épocas pasadas y que desaparecerá, sin más, en unos años. La persistencia y magnitud del desequilibrio entre la presencia de mujeres y la de hombres en el mundo de la ciencia y la tecnología y, en especial, en los niveles altos de las carreras científicas hacen necesarias actuaciones que lo corrijan, y eso es algo que solo se puede producir orientando esas actuaciones a combatir las causas.”

Web “Mujeres Con Ciencia”

Además, mientras todo el mundo es capaz de citar con facilidad a un buen puñado de ingenieros célebres, desde Gustave Eiffel, Juan de la Cierva o Neil Armstrong hasta Steve Jobs y Mark Zuckerberg (dos, por cierto, que nunca terminaron la carrera), ¿quién recuerda a las mujeres? Nadie suele hablar de la inventora Hedy Lamarr, más conocida por su trabajo como actriz; de Grace Hooper (creadora del lenguaje de programación Cobol), o de Valentina Tereshkova (primera mujer que viajó al espacio, dos años después que Gagarin). Ni siquiera en España se conoce mucho a Pilar Careaga, la primera mujer maquinista de tren, que llegó a ser alcaldesa de Bilbao.

«No se conocen los modelos de mujeres en estas ramas», lamenta Carmen Heredero, responsable de Mujer, Igualdad y Política Social de la Federación de Enseñanza de CCOO, que aboga por «reforzar la coeducación en los colegios e institutos para romper los estereotipos de género».

Llevamos siglos construyendo el discurso de roles, asociando oficios y profesiones a partir del sexo. El informe de género de Pisa (OECD) encontró que el 50% de los padres aspiran a que sus hijos varones sigan una carrera en STEM, mientras que solo el 20% esperan que sus hijas lo hagan.

A todo ello, se le suma la falta de confianza de las mujeres en el desempeño de las matemáticas, temor infundado en el entorno familiar y social. Este mismo estudio indica, pese a que las niñas y adolescentes con las mejores notas, sienten que no son hábiles en esta asignatura y es constante el temor sobre la dificultad de esta clase. Contrario a ello, los niños y adolescentes hombres, quienes no necesariamente se destacan en esta materia se sienten en confianza. Por tal razón, cuatro veces más los hombres, desde temprana edad, se plantean seguir una carrera profesional de ingeniería o informática.

Lo interesante es que se pueden despertar las vocaciones científicas de las chicas aumentando la presencia femenina en el cuerpo docente. Un estudio realizado por el investigador Antonio Mateos de la Universidad de Castilla La Mancha concluye que la brecha de género en las notas de los cursos de ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas (CTIM) se erradica cuando las clases introductorias son impartidas por profesoras.

Otro factor importante es el papel de los padres, cuando estos apoyan estereotipos de género como que los niños son mejores en matemáticas acaban reduciendo la confianza de sus hijas. Algunos estudios muestran que podría haber diferencias en la capacidad espacial entre niños y niñas, una capacidad vinculada al razonamiento cuantitativo, por lo que si se insiste en este contenido "en la educación temprana, puede ser empleada como un factor de reducción de la brecha de género". En este sentido, sería necesario potenciar la actividad física de las niñas que normalmente ven constreñidos sus movimientos o espacios de juego.

Mateos ve prioritario "promover una mayor participación de las mujeres en la ciencia, aumentando las vocaciones de niñas y jóvenes" y allanar el camino para que "las investigadoras en activo no encuentren dificultades por su condición de mujeres". Propone "realizar actuaciones docentes creativas desde las primeras etapas escolares para que todo el alumnado se interese por las carreras CTIM o STEM" y que se conozca en las aulas la contribución de las mujeres a la historia de la ciencia y la tecnología.

Este investigador aboga por promover la educación científica con "métodos activo, participativos y estimulantes", como la gamificación, mejorar la formación del profesorado de Secundaria dando protagonismo a las docentes femeninas para que sean "motores del cambio y ejemplo", realizar campañas cuyo centro de atención sean las mujeres científicas y crear seminarios orientados al género.

Por último, Antonio Mateos concluye que la brecha de género "se mantendrá mientras la ciencia siga dominada por una visión masculina, y los hombres no abandonen su territorio de confort histórico que les favorece". A su juicio, "mantener las diferencias entre hombres y mujeres no solo es un grave perjuicio que afecta a la equidad, sino también a la excelencia y, a la larga, al rendimiento económico de un país".

Para concluir con esta argumentación, es importante destacar el concepto de aprendizaje-servicio (ApS) que se deriva de la educación STEM, y que suma un plus de motivación para las chicas, ya que son estas las que buscan mayoritariamente un bien social en el desarrollo de sus proyectos.

Lina Nilsson, directora de Innovación en el Centro Blum para Economías en Desarrollo de la Universidad de California, en Berkeley, contaba en The New York Times que, «si el contenido de estos trabajos tuviera un sentido más social, se matricularían muchísimas más mujeres». Esta profesora ha puesto en marcha un doctorado en Ingeniería para el Desarrollo en el que se buscan soluciones asequibles para obtener agua potable, se inventan equipos de diagnóstico para enfermedades tropicales o se diseña la forma de instalar talleres en regiones pobres. De esta forma, ha conseguido tener un 50% de alumnas. Su tesis es que las mujeres «sí se sienten atraídas por aquellos proyectos de ingeniería que persiguen el bien social».

La Conferencia Española de Rectores de las Universidades Españolas (Crue) señala en un informe reciente, que «los grados en la Industria de la Alimentación y en Procesos Químicos aportan medias de matriculación de mujeres significativamente más altas que la media de mujeres matriculadas», lo que viene a indicar que hay ingenierías -las que más posibilidades de aplicación social tienen- que sí les gustan a las chicas.

A continuación enumeramos varias posibilidades que permiten fomentar las vocaciones femeninas en ciencia y tecnología en alumnos de últimos cursos de primaria y toda la secundaria:

  • Comenzar con el desarrollo de proyectos STEAM adaptados a la edad desde las primeras etapas de Educación Infantil (a estas edades todos se ven iguales entre sí e igual de capaces de resolver cualquier problema o reto). Si educamos en la igualdad desde infantil, lucharemos más contundentemente contra los sesgos de género.
  • Organizar eventos o participar en los que organicen otras instituciones que hagan visible el papel de la mujer en la ciencia:
  • Favorecer la participación de equipos de chicas en certámenes de ciencia y tecnología:
  • Invitar al centro educativo a científicas-tecnólogas en activo para que den charlas inspiradoras de sus trabajos y carreras profesionales de éxito. Si estas mujeres pueden ser familiares de los alumnos, el impacto es mucho mayor.
  • Ofrecer a través de certámenes externos, y en colaboración con empresas e universidades, a los alumnos y alumnas escenarios reales para ensayar el desarrollo y creación de objetos-productos tecnológicos que den solución a necesidades y problemas propios o de la comunidad:
  • Organizar junto con el departamento de orientación del centro jornadas de orientación académica en las que se les expliquen a los chicos y fundamentalmente a las chicas la organización y salidas profesionales de las carreras técnicas.
  • Durante el desarrollo de proyectos STEM, STEAM o STEAM-ABI, trabajar el cooperativo en los equipos de trabajo de forma que las chicas tomen el protagonismo como líderes de equipos en los que haya varios chicos.