"Pues no parece tan difícil organizar un proyecto de aprendizaje después de todo", podría pensar cualquiera que haya llegado hasta aquí. Al fin y al cabo consiste en analizar el currículo, leerlo creativamente, seleccionar una pregunta, un problema o un reto además de un producto final, decidir los pasos y cómo se hará el seguimiento y la evaluación del proyecto. ¿O hay algo más?
Imagen: Pete Prodoehl con licencia CC by-nc-sa 2.0
El Aprendizaje Basado en Proyectos implica, por un lado, que pensemos en el centro como un ecosistema en el cual todo está interrelacionado. Por ello, diseñar un proyecto de aprendizaje y llevarlo a cabo implica que pensemos en una serie de factores que incidirán en su desarrollo: entre otros factores, hay que tener en cuenta la cooperación del profesorado, posibles resistencias, relación con el equipo directivo, gestión de horarios y recursos, vinculación con las familias y con el entorno.
Por otro lado, si la fuerza de la "enseñanza directa" consiste en estar bien anclada en nuestra cultura de enseñanza, modificar esa cultura implica un proceso de capacitación por nuestra parte. Hablamos de capacitación porque implica algo más que formación permanente: el Aprendizaje Basado en Proyectos es una experiencia de desarrollo profesional que consta de auto-formación, formación en centros, investigación-acción y aprendizaje-servicio. Movilizando las energías contenidas en estas cuatro modalidades de desarrollo profesional conseguiremos sin duda sustituir metodologías tradicionales que hace mucho que quedaron obsoletas por metodologías activas que potencien el aprendizaje.
En resumen, el Aprendizaje Basado en Proyectos tiene potencial para transformar en positivo el aprendizaje de tu alumnado y tu propio trabajo docente: ¿te animas a hacer la última etapa del camino?