2. La lectura compartida

2.3. Y estos ejercicios, ¿para qué?

Este tipo de ejercicio nos ha servido para poner el oído y la vista en algo que no comprendemos del todo y prestar atención para tratar de encontrar patrones reconocibles y formas de relacionarnos con ellos para disfrutarlo.

La lectura en voz alta compartida tiene mucho de esto. Mediante la repetición de la lectura del mismo cuento, desde las edades más tempranas, el oyente-lector infantil se familiariza con estructuras, con vocabulario, con emociones y con representaciones que al principio son nuevas para ellos, pero que poco a poco van reconociendo, conociendo y progresivamente, con cada lectura y con la edad, comprendiendo a niveles cada vez más complejos.

En el primer vídeo nos hemos introducido en un código desconocido. El bebé o la niña pequeña se encuentra también con un código desconocido la primera vez que le enseñamos un libro –un objeto físico que se lee. ¿Qué es esta cosa? ¿Cómo funciona? La apertura de la cubierta, el paso de las páginas, la voz que lee en un tono diferente el título y el autor que la historia propiamente dicha. La imagen que acompaña a la voz. El ritmo del texto leído en voz alta y repetido una y otra vez, que se nos queda enseguida y que empezamos a repetir casi sin darnos cuenta. El cambio de voz para reflejar distintos personajes, que nos permite poco a poco identificar el personaje representado sobre el papel con el interpretado por el padre, la madre o la maestra lectora. Entendemos que un libro puede representarse. El gran placer que provoca el aumento de comprensión en el ser humano lo hemos sentido cuando nos leían este libro en japonés, igual que un niño lo siente cuando se le lee una y otra vez el mismo cuento y se fija en detalles diferentes cada vez y según va creciendo.

No hay cosa más gustosa que ser testigos de los saltos de comprensión que sienten los niños cuando se les lee a los seis años un libro que también leyeron a los cuatro años y a los dos.

En el segundo vídeo, cuando lo vemos ya con sonido después de haberlo visto sin sonido, puede que comprendamos de repente que los protagonistas o la voz del cuento no es la luna, sino los gatitos… quizás también la madre e hijo que salen al final.

La introducción a este código de lectura de libros también tiene mucho de ritual. Ven que te lea un librosiéntate en mi faldaapóyate contra mi pecho, que te lea. O ven que nos acurruquemos juntos en el sofá y te lea un cuento. Ese “hajimari, hajimari” nos indica que comienza el ritual. ¡Atentos! Y nos proporciona también el suficiente código como para empezar pronto a jugar a leer aunque aún no leamos. “Hajimari, hajimari”, le podemos decir a un amiguito nuestro, y como cualquier otra representación de juego simbólico, lanzarnos a compartir el ritual de la lectura con otros niños.

El aspecto de “comprensión” del lenguaje (de las palabras y las imágenes) es solo una parte de lo que se comparte durante la lectura compartida. El aspecto de lectoescritura, en el que tanto se centra el mundo de promoción lectora en muchas escuelas de este país, puede dejar de lado muchos de los otros aspectos que entran en juego cuando se comparten lecturas.

Vamos a terminar  llamando la atención sobre algunos de estos aspectos que se comparten cuando se comparte la lectura.

Relación con el libro

La lectura compartida es una ocasión para iniciarse y mantener una relación con el libro como objeto y como fuente de entretenimiento, de placer y de unión.  

Tiempo

Es una forma de dedicarnos tiempo y una manera también de detener el tiempo y pararse a mirar y a escuchar (a leer).  

Atención

Cuando compartimos lectura nos dedicamos atención y compartimos la atención que dedicamos a un mismo objeto, dando valor al objeto atendido.  

Educación emocional

Durante la lectura tiene también lugar una educación emocional de un tipo especial. No me refiero aquí tanto a una educación emocional proporcionada por el contenido, sino más bien a una educación emocional sonora, rítmica, de identificación de emociones mediante la entonación y la fuerza de la voz. La lectura en voz alta expone a los niños a un rango de emociones expresadas en voz alta que puede ser bastante más amplio del que tiene en casa o en la escuela. Un adulto en un cuento puede gritar de ira o gemir de dolor, por ejemplo, de una manera a la que quizás no esté habituado el niño a presenciar, pero que le hace comprender la expresión de las emociones de una forma interesante.  

Universo ficcional compartido

Leer juntos nos permite compartir un código: el de un libro en concreto, con su lenguaje secreto que solo conocen los lectores de ese libro, pero también el de la lectura en general. Compartir universos ficcionales nos proporciona muchos puntos de complicidad, cosas que preguntar, cosas de las que hablar, cosas de las que reír. Por eso es tan interesante seguir compartiendo lecturas más allá del momento en que ya han aprendido a leer por su cuenta. Dejar de hacerlo supone apearse de ese universo ficcional compartido que nos proporciona tantos puntos de conexión.  

Relación con el oficio de contar, de relatar

Compartir lecturas nos familiariza con el oficio de contar, de relatar. Cuantas más lecturas y más tipos de lectura compartamos, más empezamos a comprender las estructuras narrativas y la construcción de los relatos, desde las primeras edades. 

Preguntas

La lectura compartida es una ocasión para compartir preguntas sobre las lecturas, pero también preguntas sobre nuestras vidas y sobre el mundo que nos despierten las lecturas. Es un tiempo para explorar esas preguntas conjuntamente, darles el recorrido que merecen, el tiempo que merecen. En el trayecto, validamos a los niños como interlocutores con preguntas interesantes que hacer: preguntas que nos pueden interesar también a los adultos, no necesariamente desde una perspectiva de lo que le viene bien saber al niño, sino desde la perspectiva de compartir nuestra incertidumbre sobre el mundo. 

Reflexiones

Y a raíz de estas preguntas, la lectura compartida es una oportunidad para la reflexión conjunta. De nuevo, no para que el adulto le explique el mundo al niño, sino para que adultos y niños exploren el mundo juntos.

Y justamente a esto es a lo que dedicaremos el segundo epígrafe: “Hablar de libros”.

La próxima vez que leas un libro a un niño o una niña o a un grupo de niños y niñas, prueba a tener presente algunos de estos aspectos que también compartimos al compartir lecturas. ¿Ha influido de alguna manera tu experiencia de lectura compartida? ¿Cómo?

Para leer experiencias y reflexiones sobre lectura compartida, podéis visitar loleemosasi.blogspot.com.es.