3. Hablando de libros

3.3. Diálogos sobre la felicidad

Empezamos con el primer diálogo que corresponde a una sesión de filosofía con niños de tres años en un colegio público en Madrid capital. Era un grupo de unos veinte niños y niñas y se enmarca dentro del proyecto Filosofía a la de tres, donde hacíamos dos sesiones al mes en horas lectivas, con la maestra presente y particapante. Os leo una descripción de la sesión con transcripción del diálogo entre los niños.

 

Descripción de la sesión y transcripción

Sentados en círculo, nos hemos saludado todos y hemos dicho que hoy en Filosofía vamos a hablar sobre la felicidad, sobre qué nos hace felices, qué cosas nos ponen contentos.

Hemos explicado que hoy vamos a practicar otra de las cosas muy importantes de la filosofía: dar razones, o decir por qué.

Enseguida nos hemos puesto a practicar. Hemos preguntado si estamos contentos hoy y hemos intentado explicar por qué.

He preguntado a Patricia, la profesora, si estaba contenta esta mañana y nos ha contado que sí. Cuando le he preguntado por qué venía tan contenta hoy ha dicho que ella estaba muy contenta porque sabía que íbamos a hacer filosofía y que íbamos a leer un cuento, y eso le ha puesto muy contenta. A Patricia le hace muy feliz leer cuentos juntos. Luego Aida nos ha dicho que ella está muy contenta esta mañana porque ha desayunado algo muy rico: tostada con tomate. Todos hemos estado de acuerdo en que a veces la comida nos puede poner muy contentos, ¡sobre todo si está rica! Luego ha sido el turno de Verónica y nos ha dicho algo muy interesante también. Ella está contenta porque no toma tomate. A veces, especialmente si no nos gusta algo, el alivio de no tomarlo puede darnos también felicidad. Nos ha contado que ha desayunado una taza de leche y eso también le ha puesto muy contenta.

Entonces Paco nos ha dicho que está contento porque está contento. Aquí hemos interrumpido un momento y hemos explicado que, en filosofía, esa razón no vale, que hay que buscar otra. Si repetimos lo que intentamos explicar, no vale. Entonces no podemos decir: "estoy contento porque estoy contento", porque se repite. Tenemos que decir otra cosa. Le hemos preguntado a Paco si su mamá le ha dado un beso esta mañana y nos ha dicho que sí. Y entonces le hemos preguntado si eso le ha puesto contento. Y ha dicho que sí. Entonces, una de las razones por las que Paco está contento esta mañana es porque su madre le ha dado un beso buenísimo esta mañana. Los besos también pueden hacernos felices.

¿Qué más? Antonio no estaba seguro de si estaba contento o triste. Antes de empezar la clase de filosofía, se había dado un pequeño golpe y se había puesto un poco triste. Hacernos daño nos puede poner tristes. Le hemos preguntado a Antonio que nos hablara de una vez cuando sí estaba contento o de algo que le pone contento. 

Entonces ha interrumpido Verónica para recordar que ayer en la obra de teatro que vinieron a representar al cole, se subió al escenario y que eso le puso muy contenta. Todos los que se subieron asintieron. Subirse al escenario les puso contentos. Hacer cosas divertidas, y "atrevernos" a subir a sitios, nos puede dar mucha felicidad también.

Pero enseguida volvimos a Antonio. Él no se subió al escenario. Pero hablamos un poco de películas y de si nos podían poner contentos ver películas que nos gustan. Alberto dijo que a él le gustaba El Rey León y Batman. Antonio no conoce El Rey León, pero Rayo McQueen sí que lo conoce y le gusta y le pone contento.

Alberto ha dicho que está muy contento esta mañana porque quiere ver El Rey León y Batman. Le ponen contento las películas que le gustan.

Luego le ha tocado a Iván. Todos nos hemos puesto a hablar un poco a la vez e Iván estaba hablando bastante bajito. Entonces hemos esperado a estar todos escuchando bien y luego Iván nos lo ha contado en voz más alta. Le pone muy contento encontrar todas las mañanas de diciembre un chocolatito pequeñito en el calendario de adviento.

Juan ha dicho que le pone contento la lechuga. A algunos nos ha sorprendido mucho esto, pero Juan ha insistido. Manuel está contento por su mamá, porque su mamá le ha despedido esta mañana y le ha dado un beso. A Carlos le ha puesto contento su desayuno. Ha desayunado un plátano.

No sé si lo veis vosotros, pero ¡qué buenas razones hemos dado! Casi todas nuestras razones han sido de las que valen, de las buenas, de las que explican de verdad. Y hemos comenzado a construir nuestra propia receta de la felicidad: la felicidad nos la puede dar una comida rica, un beso de alguien a quien queremos, una película que nos gusta, un buen cuento, atrevernos a hacer cosas...

Entonces, después de este ejercicio introductorio, hemos empezado la sesión. Hemos dicho todos: ¡Filosofía a la de una! ¡Filosofía a la de dos! ¡Filosofía a la de tres!

Y hemos leído un cuento sobre un camaleón insatisfecho que desea ser como todos los demás animales que va viendo en su visita al zoológico. Después de leerlo, hemos preguntado si nos ha gustado el cuento y todos hemos dicho que sí. Antonio ha dicho que lo que más le ha gustado del cuento ha sido el arco iris que sale al final.

Luego hemos pensado un poco sobre el cuento.

Hemos observado que el camaleón tiene muchos deseos en el cuento y que todos se vuelven realidad. Consigue todo lo que quiere. Hemos preguntado si a nosotros se nos hacen siempre realidad los deseos y hemos dicho que no. A veces tenemos deseos que no se cumplen. No podemos conseguir siempre todo lo que queremos, aunque a veces nos gustaría. Pero luego hemos preguntado si el camaleón que consigue todo lo que quiere es feliz.

¿Creemos que el camaleón está contento? Y al principio todos hemos pensado que no. Pero cuando hemos preguntado si hay algún momento en el cuento donde el camaleón está contento, algunos hemos pensado que sí. Iván ha dicho que piensa que el camaleón está contento al final, "cuando se convierte en él", porque pasa por allí una mosca y tiene hambre y se quiere comer la mosca.

Al camaleón, al fin y al cabo, le hacen feliz las moscas, como a Carlos su plátano de esta mañana, a Iván sus chocolatitos y a Aida su tostada con tomate.

Hoy nos notamos todos un poco cansados, así que en este punto decidimos hacer solo una pregunta más antes de dar por finalizada la sesión.

Antes hablamos sobre las cosas que nos hacían felices a nosotros. Pues bien, ahora la pregunta que hemos hecho es si las cosas que nos ponen contentos a los niños son las mismas cosas que nos ponen contentos a los mayores…

   

Comentario

En los diálogos con niños tan pequeños, vemos que hay una tendencia marcada a irse por las ramas. Esto es absolutamente normal en la edad y, lejos de luchar contra ello, creo que es fundamental incorporarlo en la dinámica, es decir, permitir ese camino por las ramas e integrarlo en la estructura del diálogo, hacer a los demás partícipes de las ramas para ver si tienen algo que aportar antes de volver al tema que nos ocupa o al libro como foco de atención.

Otra característica habitual es que repitan ideas de los demás. Aquí, lo mismo, en lugar de luchar contra la repetición, que es una forma fundamental de aprendizaje de estructuración del diálogo, la idea es usar esa repetición para generar un clima de experiencia compartida. Y quizás proponer la incorporación de cambios mínimos dentro del patrón de repetición. En el diálogo que he compartido, se aprecian las repeticiones de patrones en la referencia al desayuno, en las referencias al beso de mamá, etc. No necesariamente es verdad lo que están contando acerca de lo que han desayunado, ni acerca de si su mamá le dio un beso ni acerca de si les puso particularmente contentos o no, pero es parte de la experiencia de construir un relato compartido. A estas edades, me parece más importante centrarse en estos mecanismos de compartir experiencias, sean reales o ficcionales. Es parte de comenzar a narrar y de un entendimiento intuitivo de que la narración, aunque sea la narración de la realidad, tiene mucho de relato ficcional, de elegir qué se cuenta y de cómo se cuenta. Se trata, a estas edades, de fijarnos en un relato y construir un tejido de experiencias reales o inventadas en torno al relato. Se trata también de ensayar, dar razones y pedir razones, y expresar acuerdo o desacuerdo.

Podéis leer más transcripciones de sesiones de este tipo con estos niños en Filosofía a la de tres.