2. ¿Qué vamos a evaluar?

2.1. Diseñando actividades de evaluación ¿cuándo se evalúa?

Fase de entrada

Las actividades de entrada tienen como objetivo implicar al estudiante en el aprendizaje, hacerse cargo de su aprendizaje, participando los objetivos y siendo consciente de los criterios que definirán el éxito. Pero también es necesario saber cuál es el punto de partida: ¿dónde nos encontramos? ¿qué necesitamos? ¿cuál es la situación real de la que partimos?

En esta fase se debe incluir alguna actividad orientada a la evaluación diagnóstica. Dicha evaluación crea oportunidades para hacer visible lo que el estudiante ya conoce, para activar sus conocimientos previos, sus actitudes y opiniones acerca de lo que se va a trabajar.

Tomar como punto de arranque los conocimientos previos permite al estudiante significar el nuevo contenido, crear una secuencia personal y situar el aprendizaje en un contexto personal, enlazado no solo con conocimientos, sino también con actitudes y emociones, elementos clave del significado que otorgamos al aprendizaje y de la posición que adoptamos ante el mismo.

La evaluación diagnóstica también permite al estudiante intuir lo que no sabe y necesitaría conocer para resolver la tarea, creando así el punto de arranque del aprendizaje desde la necesidad, en lugar de la obligación.

Cuando el docente conoce el punto de partida del estudiante, sus conceptos erróneos o incompletos, sus actitudes o emociones, puede ofrecerle una ayuda didáctica más ajustada y puede negociar con ellos significados y estrategias para avanzar.

Las actividades de evaluación diagnóstica se sitúan al inicio de una tarea. También es interesante utilizarlas al inicio de una sesión, para conocer en qué punto nos situamos y recapitular aprendizajes anteriores.

Si realizamos de forma efectiva la evaluación diagnóstica, conseguiremos crear un plan de trabajo conjunto realista y adaptado a las características de nuestro alumnado.

Fase de desarrollo

Durante esta fase se van a desarrollar aquellas actividades orientadas a que los alumnos vayan creando el producto o resolviendo el problema planteado. 

Durante esta fase tiene que haber los siguientes tipos de actividades: 

  • Actividades de búsqueda de información y organización de la información.
  • Actividades orientadas al diseño y creación del producto.

Aunque la evaluación formativa se realiza durante todo el proceso de la tarea integrada, podríamos decir que en esta fase es donde cobra mayor relevancia. La evaluación formativa nos va a permitir reconducir los aprendizajes de nuestros alumnos, analizar los procesos y los subproductos que se han ido creando en las distintas actividades de manera que se puedan analizar los problemas, corregir los errores y reflexionar sobre lo que se está aprendiendo y cómo se está haciendo.

Es importante dar una buena retroalimentación a los alumnos: feedback y feedforward, de los que hablaremos en otro apartado.

Fase de cierre

En esta fase, el alumno deberá entregar el producto o haber resuelto el problema planteado. Esta fase incluye la reflexión final, la valoración final del proyecto y del producto.

Por tanto, además de incluir actividades orientadas la entrega y valoración del producto final, presentación del mismo e incluso la difusión del producto creado, deberá haber actividades orientadas a la reflexión final y a la evaluación de los procesos y de los productos, cerrándose con una evaluación sumativa.